Por Mary Clare JALONICK
Mike Geske tiene una granja en Missouri y luego de ver una demostración de drones en la costa de Maryland, quiere una de estas aeronaves no tripuladas para supervisar su sistema de riego: un trabajo por el que ahora paga a tres hombres.
“Los ahorros en mano de obra y combustible serían fenomenales”, dice Geske, viendo cómo un pequeño dron blanco vuela sobre un campo de maíz cercano y transmite a un iPad las imágenes detalladas de los tallos crecidos.
Cerca de allí, el agricultor Chip Bowling prueba volar uno de los drones. Bowling, presidente de la Asociación Nacional de Cultivadores de Maíz, dice que le gustaría comprar uno para su granja en Maryland a fin de descubrir qué campos individuales necesitan más irrigación.
Otro agricultor, Bobby Hutchison, dijo que espera que el hombre al que paga semanalmente para que recorra sus campos y supervise sus cultivos consiga un dron que haga el proceso más eficiente y preciso.
“Es algo muy similar a lo que me pasó cuando vi una computadora por primera vez”, dice Hutchison, 64. “Fue una obviedad”.
Los agricultores están ansiosos por la tecnología.
Los pequeños helicópteros, relativamente baratos, podrían reemplazar a los humanos en una variedad de tareas en torno a los grandes cultivos: transmitiendo información detallada sobre los cultivos a cosechadoras y rociadoras, dirigiéndolas con más precisión a los puntos problemáticos y reduciendo la cantidad de agua y los productos químicos que se necesitan.
La Association for Unmanned Vehicle Systems International, un grupo comercial especializado en drones, dice que la agricultura podría ser el destino de un 80% de todas las aeronaves no tripuladas para uso comercial.
El uso agrícola de drones está a punto de despegar después de haber estado frenado durante años por la falta de directrices federales. La Administración Federal de Aviación (FAA) ha aprobado más de 50 exenciones para operaciones relacionadas con la agricultura desde enero.
Las empresas que han recibido esas exenciones dicen que el negocio ha crecido, ayudado por los avances rápidos en esta tecnología.
Los datos recolectados durante un vuelo aparecen en un iPad o algún otro dispositivo de mano apenas minutos después.
Esos datos podrían ser imágenes, imágenes en 3D de las plantas, lecturas térmicas de cultivos o animales u otras observaciones que un dron hace al volar.
La información que anteriormente tomaba días para recolectar —o que no podía recolectarse en absoluto— ahora puede obtenerse en cuestión de minutos u horas y, en algunos casos, integrarse con datos recogidos de otra maquinaria agrícola de alta tecnología.
Aun así, la mayoría de los agricultores no pueden volar legalmente los drones todavía.
La FAA está trabajando en las normas que permitan que estas aeronaves puedan ser utilizadas regularmente por negocios, manteniendo ciertas normas de seguridad y privacidad.
Una propuesta de la FAA hecha este año permitiría estos vuelos siempre y cuando los drones pesen menos de 25 kilos (55 libras), permanezcan a la vista del operador y vuelen durante el día, entre otras restricciones. Los operadores tendrán que pasar una prueba de conocimientos aeronáuticos de la FAA y una verificación de antecedentes por parte de la Administración de Seguridad en el Transporte de Estados Unidos (TSA). CORDOVA, Maryland, EE.UU. (AP)