Editorial 04-25-15: Los niños y la tierra

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Abril es uno de los meses más bonitos del año; bueno, todos los meses tienen los suyo. Pero en abril tenemos la primavera, una de las estaciones con mejor clima; se pueden abrir las ventanas de las casas y las ventanillas de los autos, las flores brotan para darle color a la vida diaria. Y también hay dos celebraciones que valen mucho la pena: el Día de la Tierra y el Día del Niño.

El planeta en que vivimos nos da todo. Es como nuestro hogar grande del que poco nos acordamos y damos por hecho que ahí está, siempre estará y nos proveerá de todo para vivir. Las personas que impulsaron esta celebración se dieron cuenta que el ser humano, como individuo y en sociedad, ha estado viviendo con un egocentrismo que ha llegado a causar múltiples y diversos problemas de deterioro ambiental, sobreexplotación y desastres.

A pesar que en la escuela se enseña la interrelación vital del ser humano con el medio ambiente muy pronto se olvida y es poco lo que se hace para entender, cuidar y mejorar el planeta. Por fortuna hay mucha gente que entiende y hace algo. El Día de la Tierra busca llamar la atención de la gente, sensibilizarla y ponerla a hacer algo.

Cuidar el medio ambiente, la naturaleza, no es solo obligación de los gobiernos; es responsabilidad de todos y en todos los niveles. 

Hay una interrelación muy íntima del ser humano con la naturaleza, de hecho se puede decir que la primera condición del ser humano para existir es precisamente su condición biológica. No hay ningún ser humano que pueda vivir independiente del aire, el agua, el suelo, las plantas y los animales. Sin embargo hay mucha gente que vive totalmente ajena a su entorno. No le importa si el aire que respira va contaminado en exceso por los humos de los autos y las fábricas; ignora qué tan difícil se está volviendo tener agua dulce, y mucho menos quiere saber que el cambio climático ya ocasiona catástrofes.

Tal parece que, como en otras cosas, hay gente que no hará nada por ayudar a proteger el medio ambiente y evitar su deterioro hasta que el gobierno lo obligue, o hasta que un desastre natural ocurra y le afecte muy de cerca. Mientras, se puede seguir negando que el cambio climático está en marcha, y que los recursos naturales son infinitos. 

Cualquier persona entiende lo importante y maravilloso que son los niños; sobre todo cuando son nuestros hijos porque sentimos amor por ellos, les damos todo lo que necesitan para vivir plenamente, y ellos le dan sentido a nuestras vidas. Al fin y al cabo en la telaraña de la vida todo está vinculado. 

Son relaciones distintas pero la sugerencia es:  ¿podemos cuidar el medio ambiente como si se tratara de un niño, como si se tratara de nuestro propio hijo? Claro que son cosas distintas, pero sería muy bueno si empezamos por cambiar la actitud de prepotencia o de ignorancia hacia el entorno ambiental. 

Sería magnífico tener presente el proverbio hindú de Cachemira: “La tierra no nos pertenece, la tenemos prestada de nuestros hijos”.

 

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