Corroborando: ¡Nevada cumple 150 años!

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¡Casi los mismos que nosotros!... Eddie Escobedo, mi inolvidable socio, amigo y hermano, quien hace cuatro años e.p.d., y el que esto escribe, constantemente nos bromeábamos, acusándonos uno al otro  de que cuando Eddie o el que esto escribe, llegamos a Las Vegas... ¡la Sierra Madre era señorita!

Y algo más, en la mañana, antes de decirnos buenos días, el segundo que llegaba a la oficina preguntaba: “Ya viste los periódicos”, al que el otro contestaba: Sí, ya leí los obituarios, y todavía... ¡ninguno de los dos estamos!, y luego seguía la risa de rigor.

Lo anterior viene a colación porque el Estado de Nevada cumple nada menos que 150 años, de los cuales un tercio o sea 50 años vivimos en el Estado de Plata, Eddie un poco más que yo, pues él llegó a LV en 1955 a la Base de Nellis y murió en 2010 y un servidor a principios de los 60 y me retiré en 2006. Por eso los dos formamos un tercio de su historia, aunque al ser reconocido como un estado más de la Unión Americana, debemos reconocer que no estuvimos presentes, por lo que de lo único que puede escribir este sobreviviente de ese tercio de los 150 años, nada de la fundación de Nevada y el paso de un jinete a caballo, quien tiene un centro comunitario con su nombre en la calle Stewart y alguna vez sirvió de Consulado Mexicano bajo las órdenes del Cónsul Honorario, Ray Vega.

Cuentan los que saben que este jinete se surtía de agua en las vegas de agua que se formaban en el desierto en esos tiempos. Sabrán los jovenazos actuales que vegas quiere decir un depósito de agua que se forma entre las dunas de arena, y que eventualmente desaparecen, pero que en esos aciagos tiempos servían para saciar la sed de los caballos que servían de correo en que la sociedad entera dependía? 

¿CÓMO FUE EN AQUELLOS AÑOS?

Hasta finales de los años 50´s, la ciudad de Reno, Nevada, fue reconocida mundialmente como “The Biggest Little City in the World” pues se hizo mundialmente famosa porque en esa ciudad una pareja se podía divorciar en “un solo día”, escandaloso para esos tiempos, pero de resonancia mundial porque allá se iban a dividir bienes personajes del mundo artístico de esos tiempos, como Clark Gable, Judy Garland, Tyrone Power, etc., por lo que se llegó a pensar que Reno era la capital de Nevada, y hasta la fecha pocos saben que su capital es Carson City, en donde por cierto, se imprimían los dólares de plata pura de 0.98 que circularon en EU hasta los primeros años de nuestra llegada a Las Vegas, en donde se usaban en lugar de fichas en las mesas de juego y máquinas tragamonedas, y en esos tiempos circulaban las fichas de casino y las monedas de plata como moneda común en cantidades industriales en los mercados, gasolineras y en todas partes, las que estorbaban por pesadas e  incómodas, por lo que siempre preferíamos el papel moneda, a grado tal que llegamos a cambiar esas “pesadas” monedas de plata por 50 ó 75 centavos en billetes para no andar cargando tanta pesada plata. Increíble pero cierto.

DE RENO A  LAS VEGAS

Para esto, de lo que recordamos de nuestra época, Eddie Escobedo, como decía nuestro inolvidable amigo personal, nos contó que él llegó  a LV en 1955 procedente de El Paso, TX, a la Base de Nellis Air Force, en donde prestó su servicio militar, y en sus ratos libres empezó trabajar como asistente de cantinero o “barboy” en el Hotel Dunes, entonces con un símbolo de aquel famoso Sultán blandiendo su sable, que era lo primero que usted veía en la carretera, administrado por el famoso Minsky y su póliza de solo usar hermosas muchachas con escote hasta el ombligo, a las que obligaba a sentarse con los clientes para obligarlos a jugar. Casino situado entre los primeros de lo que después fuera el famoso “Strip”. 

Lo antecedían el Tropicana, todavía allí y el Hacienda, ahora el Mandalay. Para esto, como antes lo hemos escrito, Las Vegas no llegaba a noventa mil habitantes, y el Cuerpo de Policía lo cubría el Chief y sus 12 policías que más que guardianes del orden, eran amigos de la sociedad, pues a los rufianes simplemente los ponían en un autobús de donde venían. Se cuenta que hubo un alguacil que a los criminales les ponía zapatos de cemento y los hacía caminar en Lake Mead. 

En otras palabras, Las Vegas en esos días, por supuesto de solo poco más de 100 mil habitantes, era una ciudad súper segura, seguridad que no hemos vuelto a sentir en nuestro paso por todas las ciudades en las que nos ha tocado vivir, como Honolulú, Atlantic City, Cancún, Acapulco, Torreón, México City y finalmente San Miguel de Allende. Menos ahora que hemos llegado a la chochez.

PERO VOLVIENDO A NEVADA

Y del estado de plata, no podemos más que decir lo mejor. Nos tocó vivir y presenciar desde los gobernadores más corruptos, como Robert List, el de la película con Robert de Niro al que se menciona dándose vuelo con los “comps” (todo de cortesía del casino) película que se hiciera acerca de la mafia cuando controlaba Las Vegas, hasta que surgieron gobernadores tan eficientes y honestos como Mike O´Callagahan, que nos diera cobijo en su periódico Las Vegas Sun cuando dábamos patadas de ahogado, hasta súper gobernadores como Kenny Guinn, por el que nos tocó volvernos republicanos y al que ayudamos en su campaña y nos invitara a formar parte de su equipo en Carson City, lo cual amablemente rechazamos poco antes de decidir retirarnos... y porque Carson City nos pareció un ciudad súper, súper aburrida.      

Entre los gobernadores que nos tocaron conocer durante nuestra estancia en Las Vegas, unos buenos como Grant Sawyer, que hasta un edificio federal tiene con su nombre, Paul Laxalt, Mike O´Callagahan, uno de los mejores, Robert List, el que se sirvió de la mafia, Richard Bryan, que después fue senador, Bob Miller quien junto con Harry Reid hizo mucho por los hispanos y cumplimos años el mismo día, Kenny Guinn, de los mejores, Jim Gibbons, el peorcito que tuvo un escandaloso affaire con una mesera, y Brian Sandoval, al que únicamente entrevistamos -en inglés- una vez en Carson City antes de que fuera gobernador.

Y así es como se escribe la historia que conocimos, y sin otra cosa, ya seguiremos... Corro...borando.

 

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