Centenares de hispanos acudieron a la misa solemne

Por Roberto PELÁEZ

El Monseñor Oscar Arnulfo Romero fue un ejemplo en la defensa de su iglesia y de los pobres, aseguró el padre Gregorio León durante la misa solemne efectuada el pasado sábado 23 en la iglesia Santa Ana.

En una abarrotada iglesia, en la que alrededor de medio centenar de personas no pudieron sentarse, el padre León sugirió a los presentes a estudiar la palabra de Dios, acudir a la Biblia, lean Gálatas, capítulo 5 desde el versículo 16 al 25, y aprenderían más de la iglesia de Dios, dijo.

Abran sus Biblias y lean: Andad en el espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne; porque el deseo de la carne es contra el Espíritu... si sois guiados por el Espíritu no estáis bajo la ley.

El fruto del amor, prosiguió, es amor, gozo, paz, paciencia, bondad y fe. Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu.

Sobre el Monseñor salvadoreño Arnulfo Romero, beatificado el pasado 23 en San Salvador con la presencia de varios mandatarios, el padre precisó: él fue un pastor que sentía en carne propia el sufrimiento de su pueblo y enfrentó con valentía a las autoridades de El salvador, para pedir el fin de los asesinatos, de las matanzas que allí tenían lugar, de la violencia.

Pero no lo hizo solo, lo hizo acompañado de Dios, porque fue un hombre consagrado a su iglesia y a Dios.

Cuando su situación era más riesgosa, en el momento en que corría peligro por su posición vertical en defensa de los pobres, cuando su vida peligraba, se le pidió viajar a Roma, pero decidió seguir al frente de su ministerio. Aquí está mi iglesia, aquí están las ovejas que necesitan de Dios, afirmó Arnulfo Romero.

Y es que no podemos equivocar el camino, dijo el padre durante la misa, hay que seguir a los verdaderos cristianos. El Monseñor Oscar Arnulfo Romero andaba con el Espíritu, seguía la palabra de Dios, por eso no tenía miedo, por eso no dejó a su iglesia, por eso siguió enseñando, hablando de amor y de bondad, defendiendo a los pobres, porque era un hombre de profunda fe, significó.

Tirso Sermeño, cónsul de El Salvador en las Vegas, hizo uso de la palabras en los minutos finales de la misa para exaltar los valores de Oscar Arnulfo Romero y el alto reconocimiento de su beatificación, algo, apuntó, que valoramos mucho los salvadoreños, los centroamericanos, la comunidad hispana.

El Monseñor fue asesinado el 24 de marzo de 1980. Su beatificación fue aprobada a principios de febrero por el Papa Francisco I, y con ésta se convirtió en la segunda persona beatificada en Centroamerica.

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