La comunidad hispana de Estados Unidos se ve desproporcionadamente afectada por los incendios forestales, sobre todo en el oeste del país, debido a la fuerte presencia de latinos en las zonas más susceptibles a esos desastres, afirman expertos nacionales consultados por Efe.
“Los latinos se mueven cada vez más y más cerca de los terrenos que forman la interfaz entre la zona urbana y las tierras silvestres”, dijo a Efe Brian Kittler, director de restauración de bosques de American Forests, una organización ambientalista con sede en Washington DC.
“Eso es un problema porque la gente que vive en esa zona intermedia es la posible fuente del inicio de los incendios y puede enfrentar riesgos personales por esos incendios”, agregó.
FALTA DE INFORMACIÓN EN ESPAÑOL
Un factor que agrava la situación, explicó Kittler, es que los miembros del personal de agencias estatales o federales encargado de mitigar el riesgo de incendios forestales por lo general no hablan español y, aunque lo hablen, “no han sido capacitados de la manera apropiada en temas culturales”.
Como consecuencia, los “mensajes clave” para prevenir incendios (por ejemplo, los relativos al control de elementos combustibles) no llegan a los hispanoparlantes en zonas propensas a incendios.
Por ejemplo, en agosto de 2020 durante el inmenso incendio forestal Grizzly Creek cerca del centro turístico de Glenwood Springs, en el oeste de Colorado, pese a la fuerte presencia latina en el área (30 % de la población total) los mensajes de alerta y los avisos de evacuación por parte del departamento de bomberos local se emitieron únicamente en inglés.
Ante las protestas de la organización comunitaria Voces Unidas de las Montañas por falta de traducción, en enero de este año, Walter Stowe, portavoz de la oficina del alguacil del condado de Garfield, afirmó que “los residentes que hablan español pueden usar servicios gratis de traducción”. Desde entonces, voluntarios locales traducen a esta lengua y diseminan los mensajes de alerta.
Situaciones similares se repiten en todo el país. De hecho, según el Fondo de Defensa Ambiental (EDF), más de la mitad (55 %) de los latinos viven en los tres estados (California, Florida y Texas) más afectados por incendios forestales o por otros “serios efectos relacionados con el cambio climático”.
MÁS VULNERABLES
El problema, obviamente, no es nuevo. La Fundación de Acceso Hispano (HAF) publicó en 2018 un reporte en el que advirtió sobre “las severas consecuencias para la salud pública, el acceso a servicios, la seguridad laboral y la productividad económica” que los incendios forestales tienen en la comunidad latina.
Eso se debe, dice el reporte, no sólo a la “vulnerabilidad” de la población hispana, sino también a que numerosos legisladores estatales o federales no aprueban fondos suficientes para proteger a esas comunidades.
Por su parte, un estudio publicado a principios de julio pasado por la firma risQ, especializada en análisis de datos climáticos, reveló que, aunque los latinos representan el 18 % de la población del país, 37 % de los residentes en las áreas “con el riesgo más extremo de incendios forestales” son de origen hispano.
Ese “riesgo desproporcionado” se extiende a otros grupos minoritarios y a las familias de bajos ingresos.
POCA PROTECCIÓN
En ese contexto, un estudio nacional publicado por Resources for the Future en 2020 encontró que la respuesta a los incendios se concentra en “proteger las casas de las personas acaudaladas”, con poco o ninguna ayuda “para los trabajadores del campo, que son quienes corren el riesgo más alto de contraer enfermedades relacionadas con humo o calor”.
En lo que va de 2021 ya hubo más de 30 mil incendios forestales o de campos en Estados Unidos, con casi 18.000 viviendas o estructuras destruidas, según el Centro Nacional de Agencias Contra Incendios (NIFC).
Y la situación se complica en el oeste del país, donde se registra una amplia sequía de moderada a extrema según la región, secando la vegetación que luego sirve de combustible para los incendios, según el Monitor Nacional de Sequías (USDM).
SE NECESITA PARTICIPACIÓN
Sin necesariamente esperar la ayuda gubernamental para prevenir incendios, “la primera forma en la que la población Latina puede participar en esa tarea es ayudando a reducir la amenaza de incendios por medio de su participación en la administración de los bosques”, sugirió Kittler.
De hecho, dijo, muchas de las personas encargadas de cortar árboles con motosierras o de usar masticadores para remover árboles caídos son inmigrantes latinoamericanos. Sería de beneficio, aseveró, que a esas personas se les permitiese “hacer carrera” en esos trabajos.
A otro nivel, los votantes latinos podrían expresar su respaldo a la creación del Cuerpo Civil contra el Cambio Climático o el proyecto de ley REPLANT (de restauración de bosques), ambos debatidos actualmente por el Congreso federal. Sea como fuera, la acción no solamente es necesaria, sino urgente, opinó el experto.
Según risQ, en las áreas de mayor riesgo de incendios forestales el porcentaje de latinos creció de 37 % a 87 % de 2010 a 2019. Y en esas áreas, el riesgo de verse personalmente afectado por esos incendios creció 223 % para los hispanos en el periodo mencionado, aunque simultáneamente se redujo 32 % para los residentes blancos. Denver (EFE)