La comunidad hispana de Nueva York está “desproporcionadamente” expuesta a cañerías de agua que pueden contener plomo, según una investigación de la Universidad de Columbia publicada en la revista científica Environmental Health Perspectives.
Los resultados del estudio, elaborado por la Escuela de Salud Pública Mailman, ponen de relieve las “grandes desigualdades en la localización” de las cañerías y otros conductos con plomo en la ciudad, que afectan especialmente a comunidades con mayor proporción residentes hispanos o latinos.
Los investigadores querían averiguar si los conductos con plomo estaban distribuidos de manera uniforme por la ciudad y analizaron 850 mil edificios residenciales, llegando a la conclusión de que, en ellos, el 16 % estaban “potencialmente” fabricados con plomo y el 27 % con un “material desconocido” que podría incluirlo.
La mayor proporción de conductos susceptibles contener plomo se encontraban en El Bronx (21 %) y Queens (20,5 %), mientras que Brooklyn tenía la mayor proporción de conductos fabricados con material desconocido, un 33 %, barrios todos con una notable población hispana.
La investigadora Anne Nigra, profesora asistente de Ciencias ambientales de la salud en Columbia, señaló que la meta es informar decisiones públicas y que las conclusiones del estudio deberían llevar a los legisladores a “considerar esas desigualdades en la localización de cañerías de plomo” a la hora de reemplazarlas.
En ese sentido, destacó las diferencias en la “desinversión” por barrio y los “patrones de segregación residencial” que han llevado a esas desigualdades, y recordó que otros estudios llaman a aplicar políticas orientadas a la justicia para “proteger a las comunidades más altamente expuestas”.
Nueva York está recibiendo fondos federales para deshacerse de estas infraestructuras con plomo, pero los investigadores señalan que el dinero “no será suficiente, ni de lejos, para reemplazar cada tubo de plomo, lo que dejará relegados a demasiados neoyorquinos de comunidades de renta baja y de color”.
El estudio señala directamente el impacto sobre los niños, puesto que “no hay un nivel seguro” para ellos e “incluso a niveles de exposición bajos, el plomo se asocia a una función cognitiva deficiente, problemas de comportamiento relacionados con la atención y peores resultados académicos”.
“Nuestros hallazgos sugieren que las comunidades de NYC con exposición potencial conocida de los niños al plomo a través de pinturas o polvo, también pueden ser altamente vulnerables a plomo en el agua a través de las cañerías de plomo”, indica la nota. Nueva York (EFE)