Voracidad corporativa sin límites o (ilimitada)

La ciudad ha evidenciado un progreso notable. Las Vegas es uno de los destinos turísticos más importantes del orbe, la infraestructura es moderna, acorde con los cambios en tiempo y espacio.

Sin embargo, muchas veces el crecimiento ha ocasionado que los trabajadores, ciudadanos comunes, tengamos que ajustarnos a los grandes proyectos de las corporaciones que sustituyeron a los mafiosos en la administración de recursos. La clase obrera en los noventa gozaba de beneficios que paulatinamente se han ido perdiendo, por ejemplo, empleados de casinos disfrutaban de un día anual en el parque acuático Wet’n Wild -situado a un lado de lo que ahora es el SLS Las Vegas, antes Sahara-, para el Día de Acción de Gracias todos recibían un pavo para que lo compartieran en familia, las áreas de limpieza eran más reducidas, los platos se repartían entre más trabajadores, etc.

Poco a poco se ha ido apretando el cinturón de los obreros, poniendo en riesgo la estabilidad de la clase media.

Frank Corro, comentó en varias ocasiones que sólo faltaba el cobro del estacionamiento, pues Las Vegas era una de las pocas ciudades en el mundo que no cobraba por ese servicio.

Parece que esa época llegó a su fin. El MGM anunció el pasado 10 de enero que a partir de la primavera del 2016 empezará a cobrar hasta 10 dólares por estacionarse en sus propiedades: Aria, Bellagio, Circus Circus, Delano, Excalibur, Luxor, MGM Grand, Mandalay Bay, The Mirage, Montecarlo, New York New York y Vdara.

Afortunadamente no parece ser la tendencia entre las demás corporaciones que luchan entre sí por capitalizar la clientela turística, que nos visita con ganas de divertirse y relajarse en un mercado con precios todavía asequibles.

Keith Salwoski, director de relaciones públicas del Venetian y Palazzo, dejó saber que entre sus planes no está el cobrar por el estacionamiento. Mientras que portavoces de Caesars Entertainment, que posee 10 propiedades en Las Vegas, y Wynn (Encore) han declinado hacer comentarios sobre la posibilidad de cobrar el parking.

La voracidad de las corporaciones seguramente tendrá un impacto negativo en la imagen que tenemos ante el mundo. Poco a poco se han ido diluyendo los atractivos para hacer de esta ciudad un paraíso vacacional.

Ojalá que la medida anunciada por el MGM sea puesta a discusión y se de marcha atrás en su iniciativa.

 

De otra manera, veremos cómo en el futuro cercano, hasta las bebidas que ocasionalmente obsequian las bellas cocteleras a la clientela que juega en las maquinitas y mesas, tendrán precio. Por otro lado, un precio que se determina de manera arbitraria, ya que una cervecita en cualquier tienda de autoservicio tiene un costo aproximado de un dólar veinte centavos, mientras que en los casinos y antros la cobran hasta en siete dólares. ¿A dónde vamos a parar?, escribió el poeta oriundo de Ario de Rosales, Michoacán, Marco Antonio Solís.

 

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