Tiempo de peticiones y buenos deseos

Estamos en la temporada de “los buenos deseos” y las peticiones, cuando la gente intercambia “te deseo feliz Navidad” y “te deseo lo mejor para el año nuevo”. Es una época donde se pregona la cordialidad, se busca la convivencia; son las fiestas de fin de año que, para un enorme segmento de los mexicanos empiezan precisamente con el homenaje a la Virgen de Guadalupe y termina con el “Día de Reyes”.

Recién se celebró el “cumpleaños de la Virgen de Guadalupe” (el aniversario 486 de su aparición en el cerro del Tepeyac, allá en el valle la Ciudad de México). Es un acontecimiento que, verdadero o no, mueve a millones de personas allá y en varias partes del continente incluida la comunidad hispana en Las Vegas.

Está claro que la creencia en la Virgen de Guadalupe no es de todos, porque para muchos será otra virgen según su país o cultura. Y para muchos otros simplemente no hay ninguna. Solo tomamos la temporada como una en la que sea la cultura que sea, las creencias que sean todos nos beneficiamos del ambiente de cordialidad y de buenos deseos –incluyendo el descanso de un día o dos por la Navidad, y por el cambio de año.

Seamos o no católicos, creyentes en la Guadalupana o no, disfrutamos de las “fiestas de temporada”. Aún los que se niegan a decir “feliz Navidad” y como queriendo esconder el sol con un dedo dicen “felices fiestas”.

Toda esta reflexión viene al punto porque los grandes temas del país, como el cuidado de la salud, la seguridad, la deuda pública, la economía y el empleo, y el debate migratorio, podrían tratarse con ese espíritu de cordialidad, buenas intenciones y sentido muy humano. 

¿Qué ilusión verdad? Parece un ideal inalcanzable. Sin embargo mucho en ese sentido trabajan personas y grupos que buscan solución a sus problemas, a sus aspiraciones, como la gente que lucha por establecer medidas que impidan nuevas tragedias donde locos armados entran a escuelas y asesinan a inocentes.

O los valientes hombres y mujeres que en estos días ayunan en una carpa frente al Capitolio en Washington DC, tratando de sensibilizar a los congresistas (la mayoría republicanos) que  no quieren discutir ni aprobar una ley de Reforma Migratoria. Muchos otros migrantes han hecho grupos de oración –incluidos católicos,  cristianos y otras denominaciones religiosas-.

Hace unos días el presidente Barack Obama habló en la despedida masiva al fallecido Nelson Mandela, en Sudáfrica. Dijo: ”Pido aplicar los principios de la lucha de Mandela a la vida propia, pues hay muchos que aunque rechacen la segregación racial siguen una vida cómoda”.

“No deben olvidarse los ideales de Mandela –siguió Obama-- porque aún hay en el mundo niños que sufren hambre, jóvenes sin perspectiva, gente encarcelada por sus ideales o su aspecto físico”.

En resumidas cuentas lo que intenta este comentario es que la cordidalidad de la temporada –y también el ejemplo de Nelson Mandela— ocupen espacios en los pensamientos de la gente que toma decisiones, en los líderes que gobiernan el país y Nevada, pero también entre nuestra comunidad hispana.

 

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