Popovich, la diplomacia de la canasta y del sentido común

Estados Unidos e Irán, protagonistas de una tensa relación diplomática desde hace más de 40 años, se enfrentaron en Tokio 2020 sin más armas que un balón y dos canastas. La cordial relación entre sus jugadores y entrenadores suscitó una interesante reflexión del seleccionador estadounidense Gregg Popovich sobre la distancia entre la política y las personas.

Hacía más de una década que Estados Unidos e Irán no se enfrentaban en un torneo oficial, desde el Mundial de Turquía 2010, cuando los americanos se impusieron por 51-88. En aquel partido ya estaban las dos estrellas de sus actuales equipos olímpicos en Tokio 2020, el iraní Hamed Haddadi y el estadounidense Kevin Durant.

Tras el duelo en el Saitama Super Arena, finalizado con el abultado resultado de 120-66 a favor del equipo estadounidense, Popovich se acercó al entrenador iraní Mehran Shahintab, con el que mantuvo una charla breve, al igual que muchos jugadores chocaron las manos e incluso alguno de los iraníes solicitaron hacerse alguna fotografía abrazado a alguna de las estrellas de la NBA que forman parte del combinado estadounidense.

Hasta aquí, todo normal, incluso esperable al final de cualquier partido de baloncesto. Y al mismo tiempo sorprendente, al tratarse de las representaciones deportivas de dos naciones que acumulan un largo historial de desencuentros y amenazas.

Por ello, en la rueda de prensa de Popovich, suscitó particular interés de los medios de comunicación desplazados a Saitama saber sobre qué habían hablado los dos entrenadores y qué opinaba de la situación entre ambos países.

"A eso no tengo que responder yo, no soy el secretario de Estado", repuso Popovich, que a continuación reflexionó: "En general la gente de diferentes países se entiende mejor que sus gobiernos".

"La gente se entiende pero cuando llega a los políticos se convierte todo más complicado, hay intereses, ideologías, agendas personales, pero la gente generalmente se entiende, se aprecia, no importa de qué país vengas", continuó el técnico de los San Antonio Spurs.

Shahintab sí explicó algunos detalles de su charla a pie de pista. "Hablamos del partido, de cómo pueden mejorar los jugadores, lo agradecí, fue un gran oportunidad para mí y mi equipo, aprender de un entrenador tan respetado como él", explicó.

El seleccionador del conjunto persa se declaró admirador de Popovich, el técnico longevo de la NBA, con más de 25 años al frente de los San Antonio Spurs. "Siempre sigo a este tipo de entrenadores", dijo.

Entre algunos informadores también suscitó curiosidad qué había supuesto para la estrella iraní, Haddadi, tener entre los tres árbitros del duelo a una mujer, la brasileña Andreia Silva. "Solo vinimos a jugar al baloncesto, nos da igual que el árbitro fuera un hombre o una mujer", zanjó el pívot, un gigante de 2,18 metros.

LOS JUEGOS OLÍMPICOS, UN ESPACIO QUE TRASCIENDE A LA POLÍTICA

Haddadi también fue preguntado acerca de la relación política entre ambos países. "No sé nada de política. Respetamos la humanidad, respetamos a los equipos, la experiencia, la gente es diferente, esto va más allá de las política", contestó.

Para el seleccionador estadounidense los Juegos Olímpicos, un momento en el que prima el deporte por encima de otras consideraciones, son precisamente un momento clave para promover la convivencia entre los países más allá de los conflictos diplomáticos.

"Creo realmente que los Juegos Olímpicos son un lugar y un momento en el que el deporte trasciende de toda la basura de los gobiernos", argumentó Popovich.

"No hay sorpresa de que dos entrenadores disfruten hablando entre sí, que los jugadores muestren deportividad como lo hicieron. Me gustaría que esto fuera la vida real y no lo que tenemos que vivir", finalizó el seleccionador estadounidense, un diplomático de la canasta... y del sentido común. Saitama (EFE)

 

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