Opinión: Y a pesar de todo, el balón rueda

La gran tentación del Mundial, que acaba de comenzar en Catar, es que se convierta en una especie de recreo planetario.

Por un mes podemos tratar de olvidarnos de la inflación, la guerra en Ucrania, los desplantes ególatras de Donald Trump, las mañaneras de López Obrador y hasta del cambio climático con un sentimiento de culpa más moderado. La excusa está en la pantalla del televisor o el celular: es que voy a ver un partido del Mundial…

El problema es que hay cosas que no se deben olvidar nunca.

Tarde, tardísimo, el expresidente de la FIFA, Sepp Blater, dijo en una entrevista que había sido un “error” otorgar a Catar la organización del Mundial. “Es un país muy pequeño. Y el futbol y el Mundial son demasiado grandes para ellos”. Los comentarios de Blater, quien ha sido investigado por corrupción, fueron totalmente inútiles porque llegaron 12 años después de que se le asignara el Mundial a Catar y muy pocos días antes del inicio de la fiesta futbolera.

Pero hay más que Catar sea un pequeño territorio -que no hay cambiado ni un centímetro desde el 2010, señor Blater- y su poca tradición futbolera. Amnistía Internacional acaba de publicar una lista con las seis cosas que nos deben preocupar sobre el país anfitrión del Mundial: 1) Falta de libertad de expresión y de prensa; 2) La prohibición de formar sindicatos; 3) Juicios injustos; 4) La constante discriminación contra las mujeres que requieren un permiso de su “guardian” para estudiar, viajar, trabajar y hasta casarse, lo que hace muy difícil que una niña pueda jugar futbol; 5) El código penal que criminaliza a las personas LGBT+ ; 6) Y la muerte de muchos trabajadores antes del Mundial y la falta de derechos laborales.

Las críticas por las violaciones a los derechos humanos en Catar han sido tantas que hasta artistas que no iban a participar en la ceremonia de apertura, se han pronunciado en su contra. “Espero visitar Catar cuando haya cumplido con sus promesas de respeto a los derechos humanos”, expresó en sus redes sociales la famosa cantante Dua Lipa.

La esperanza con Catar y otros países de la región es que la presión internacional y el contacto con miles de fanáticos del resto del mundo los motive a modificar sus leyes y conductas. Y a cumplir sus promesas de más tolerancia. Pero, como ocurrió con la fallida apertura de Barack Obama hacia Cuba en el 2014, es muy difícil cambiar desde afuera a un régimen autoritario.

Y a pesar de todo, el balón rueda…

He escuchado muchas veces que el futbol es lo más importante entre las cosas menos importantes de la vida. Y a pesar de las grandes fallas en la adjudicación del torneo mundialista y en el respeto a los derechos humanos en la sede, el futbol se impone. Hay un momento, cuando juega tu selección o tu equipo favorito, en que bloqueamos lo que nos incomoda y nos hace ruido. A veces con culpa y otras sin ella. El futbol también es evasión y por eso es tan adictivo.

Para los que vivimos fuera de nuestro país de origen, el futbol es añoranza. Nos recuerda esas calles o terrenos baldíos donde nos rompíamos las rodillas y toreábamos los autos con tal de meter un gol entre dos piedras. Y no hay manera de desconectar esas emociones y esa nostalgia al prender la televisión para ver un partido de futbol.

Yo crecí con futbol en mi vida -siempre quise ser como el inigualable goleador Enrique Borja- y creo que somos mejores por eso. Aprendí a jugar en equipo, hice amistades que aún hoy conservo y cada sábado me junto con un grupo de tercos entusiastas para una cascarita.

Mi primer héroe en la vida no fue de comics. Fue Pelé. Y me alegra que para el gran comentarista, Enrique “El Perro” Bermúdez, quien ha cubierto 12 mundiales, Pelé también haya sido el mejor de la historia (con las debidas disculpas a Maradona, Messi y Ronaldo). “Le pegaba de izquierda, de derecha, cabeceaba, un temple extraordinario para manejar la pelota, seguridad. Lo tenía todo”, me dijo Bemúdez en una entrevista. “El rey Pelé, el número uno”.

Para Bermúdez este será su último mundial como comentarista. Oír una de sus narraciones futboleras es un agazajo. Inolvidables sus frases: “tirititito”, “qué bonito es lo bonito”, “al rinconcito, papá”, “donde las arañas tejen su nido”… Su primer Mundial fue en Argentina en 1978. Y para él, como para muchos, el futbol le cambió la vida. Fue, sencillamente, “el placer de hacer lo que te gusta”.

Pero también hay drama en el futbol. Los mexicanos estamos obsesionados con la maldición del cuarto partido. No pasamos de ahí en casi todos los mundiales. La esperanza verde es que en Catar sea distinto.

“El primer objetivo se llama (ganarle a) Polonia”, me dijo Yon de Luisa, el presidente de la Federación Mexicana de Futbol en un comentario por WhatsApp. Segundo, “el objetivo de consolidación sería pasar de la fase de grupos, que sigamos en el top 16 de los mundiales de manera consistente desde 1994”. Y tercero, “nuestro objetivo, donde consolidaríamos nuestra misión, es estar en el top 8 en todo lo que hacemos, si logramos brincar al quinto partido en esta ocasión. Estaríamos palomeando nuestro objetivo, no del 2022 sino del 2026.”  Ojalá.

Mientras tanto, ya saben lo que voy a estar haciendo el próximo mes. Viendo futbol. ¿Mucho? Quizás. Pero me alimenta el alma y aligera un poquito la nostalgia.

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