Opinión: Una (simple) propuesta para México

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Aquí hay una propuesta para combatir la corrupción en México. No es perfecta ni acabaría con el encarcelamiento de todos los corruptos. Pero sería un gran primer paso. La propuesta es crear una Comisión Internacional contra la Corrupción en México (CICCM), con el apoyo de Naciones Unidas.

Primero hay que reconocer que los mexicanos, solos, no hemos logrado terminar con la corrupción. Al contrario. Tenemos muchos políticos corruptos, muchas instituciones totalmente enviciadas y muchos procesos -desde elecciones y asignaciones de contratos hasta pago de multas y obtención de licencias de conducir- que solo funcionan con trampas, sobornos y chanchullos. Por ejemplo ¿hubo dinero ilegal en la campaña presidencial de Enrique Peña Nieto en 2012? Tiene que haber una investigación independiente.
El segundo paso es mucho más difícil de aceptar. Y es que necesitamos ayuda. Urge el apoyo de un organismo de absoluta credibilidad, como la ONU, para desenredar el complicadísimo asunto de la corrupción.

Guatemala ya lo hizo. Ahí, tras el fin del proceso de paz, se dieron cuenta que su sistema de justicia era muy inefectivo. Por eso en el 2007 aprobaron la creación de la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG). Diez años después lograron sacar de su puesto al presidente, Otto Perez Molina, y a la vicepresidenta, Roxana Baldetti, por corrupción.

México podría hacer lo mismo… si quisiera.

“¿Lo podríamos llevar a México?” le pregunté (no tan en broma) a Iván Velázquez, el actual comisionado de la CICIG en Guatemala. “Yo creo que cada país tiene que definir su manera de enfrentar la corrupción”, me dijo Velázquez, quien fuera miembro de la Corte Suprema de Justicia de Colombia. “Guatemala -su sociedad, su gobierno- fueron muy valientes aceptando esa situación en que se encontraban y buscando apoyo internacional”.

No sé si México se atreverá a hacer lo mismo que Guatemala. Cualquier supervisión internacional aterra a los políticos mexicanos que saben que el sistema los protege. Pero hay que preguntarle a todos los candidatos presidenciales si estarían de acuerdo con esta comisión. Y ya verán como muchos, argumentando un tonto nacionalismo, van a decir que no necesitamos a extranjeros diciéndonos qué está mal y promoviendo el enjuiciamiento de mexicanos. Sus respuestas son un buen adelanto de cómo piensan gobernar.

Esta idea de una comisión internacional no debe interferir con la selección de un fiscal independiente para un período de nueve años. Serían dos formas de combatir la corrupción; una desde dentro del sistema y otra desde fuera. No se contraponen. La comisión operaría bajo las leyes mexicanas, apoyaría investigaciones criminales en el país y propondría reformas judiciales.

Debemos probar algo nuevo. Si no, la corrupción nos va a seguir comiendo. Solo el 6 por ciento de los mexicanos está de acuerdo con la forma en que funciona la democracia en el país y apenas un dos por ciento confía mucho en el gobierno, según una encuesta del Centro Pew. Este es uno de los índices de confianza más bajos del mundo.

Y la culpa viene desde Los Pinos. Hace poco el presidente de México, Enrique Peña Nieto, menospreciaba en público a los que denuncian la corrupción en su gobierno. Dijo:“Cualquier cosa que ocurra hoy en día es por la corrupción. Y, casi casi, si hay un choque aquí en la esquina, fue la corrupción… Detrás de cada evento, quieren encontrar un responsable, un culpable.” Bueno, el problema real es que la mayoría de los crímenes en México quedan impunes. México es el país con mayor impunidad del continente americano, según un estudio realizado por la Universidad de las Américas Puebla. Matar o robar no tiene un alto costo social.

¿Qué hacer? La corrupción se combate desde arriba hacia abajo. Yo sí tengo la esperanza de ver algún día en la cárcel a un presidente o a un secretario que recibieron casas y favores de un contratista del gobierno, o a un gobernador que enriqueció a su familia con el presupuesto estatal, o a un expresidente cuyos salarios públicos no explican su inmensa fortuna. Pero hay que empezar por algo y pronto. Por eso aquí está una simple propuesta para México.

Antes de decir que no, hay mil razones para decir que sí.

 

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