Opinión: Trump; una amenaza para México

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Por Jorge RAMOS 

No coincido con la presidenta Claudia Sheinbaum. Dijo que “no hay ningún motivo de preocupación” para México por la reelección de Donald Trump a la Casa Blanca. Pero todo indica que hay mucho de qué preocuparse y que México y los mexicanos, en ambos lados de la frontera, serán afectados negativamente por las políticas radicales de Trump.

“A los paisanos y paisanas, a los empresarios”, dijo Sheinbaum en su mañanera tras el triunfo de Trump, “México siempre sale adelante. Somos un país libre, independiente y soberano. Y va a haber buena relación con Estados Unidos”.

Siempre y cuando México haga lo que Trump quiere.

Y es que el mundo cambió.

Eran las 2:24 de la mañana del miércoles 6 de noviembre cuando el expresidente se declaró vencedor en un discurso ante miles de simpatizantes en el sur de la Florida, a pesar de que la mayoría de las cadenas de televisión aún no le había asignado los 270 votos electorales necesarios para ganar. Típico. Era Trump haciendo, como siempre, lo que se le daba la gana. Se estaba saltando las reglas pero se sabía triunfador.

Y en ese discurso insistió en un tema central de su campaña: “arreglar la frontera” con México y “arreglar todo lo que está mal en este país”. Trump ha culpado injustamente a los inmigrantes del crimen y de los principales problemas económicos de Estados Unidos.

Esto afecta directamente a México debido a los planes de Trump de realizar una gigantesca operación de deportaciones -regresando a muchos de esos inmigrantes indocumentados a su vecino del sur- y por la amenaza de imponer aranceles del 25 por ciento a todos los productos mexicanos de exportación al norte si no se detiene el flujo de migrantes al norte.

El ataque de Trump a México ha sido frontal. E incluyó una amenaza a la presidenta Sheinbaum.

“Estamos siendo invadidos por México”, dijo Trump en un discurso un día antes de la elección. “Ahora tenemos a una nueva presidenta en México; no la he conocido. Y le voy a informar que si ellos no frenan esta embestida de criminales y drogas que entran a nuestro país, de inmediato impondré un arancel del 25 por ciento a todo lo que envían a Estados Unidos”. Y si eso no funciona, dijo, lo subirá al 100 por ciento. Estados Unidos es el principal mercado de las exportaciones mexicanas.

Trump recordó que le hizo una amenaza similar al expresidente Andrés Manuel López Obrador y que su gobierno reaccionó enviando a miles de soldados mexicanos a la frontera de México con Guatemala y Belice. AMLO dobló las manos. Trump ahora espera que Sheinbaum haga lo mismo.

La otra gran preocupación para el nuevo gobierno mexicano es el plan de Trump de realizar “la mayor campaña de deportaciones en la historia moderna de Estados Unidos”. La última vez que Estados Unidos hizo algo similar fue en 1954 con la Operación Wetback (en que se deportó a México a más de un millón de personas, con separaciones familiares, muertos y terribles violaciones a los derechos humanos).

En Estados Unidos hay unos 11 millones de indocumentados y quizás, según un comité Republicano, otros 8 millones más que entraron ilegalmente durante el gobierno de Biden pero que han solicitado asilo. Es imposible deportar a tanta gente. Pero el próximo vicepresidente, J.D. Vance, dijo en una entrevista que “vamos a comenzar con un millón”. Esa es una fórmula de terror y de destrucción de familias migrantes. ¿Y a dónde va a enviar Estados Unidos a todos esos deportados? A México, mayoritariamente. México, una vez más, sería la válvula de escape, la policía migratoria y la sala de espera de Trump.

Y hay más. Trump querría utilizar a agentes estadounidenses dentro de territorio mexicano para luchar contra los carteles que trafican con migrantes y fentanilo. En campaña Trump dijo que consideraría “el uso apropiado de Fuerzas Especiales para realizar acciones, abiertas o encubiertas, que causaran el máximo daño al liderazgo, infraestructura y operaciones de los carteles” mexicanos. Trump no hizo ninguna mención a la soberanía de México ni a un intento de cooperación con el gobierno mexicano.

México siempre se ha opuesto a cualquier tipo de operación militar extranjera en su territorio. Pero el fuerte de Trump no es la historia y suele meterse en asuntos que van más allá de sus fronteras.

Hay mucho que negociar antes que Trump tome posesión el 20 de enero. Pero el peligro de deportaciones masivas, aranceles y hasta de operaciones militares en su territorio ha puesto en alerta a la nueva presidenta de México. Sheinbaum y Trump ya hablaron y se dijeron esas cosas huecas que se dicen los presidentes por teléfono. Pero la advertencia es clara: nunca se puede confiar en las buenas intenciones de un bully.

Sí, hay mucho de qué preocuparse, y por eso sí hay que creerle a Donald Trump.

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