Opinión: Trump contra los inmigrantes

Donald Trump tiene una nueva obsesión. Se llama “migración en cadena”. Quiere terminar con la práctica de muchos inmigrantes que, una vez legalizados, traen a sus familiares a vivir con ellos a Estados Unidos.

La migración en cadena es, en realidad, lo más normal del mundo. Supongo que al presidente le gusta estar con su familia. Bueno, a los inmigrantes también. La ley migratoria de 1965 -que es la que aún rige al país- enfatizó la reunificación familiar y, por lo tanto, ha aumentado dramáticamente el número de inmigrantes que viene de América Latina y de Asia.

En Estados Unidos había unos 43 millones de inmigrantes en el 2015 (13.5 % de la población), según el Migration Policy Institute, y los países con más inmigrantes son, en este orden: México, India, China, Filipinas, El Salvador, Vietnam, Cuba, República Dominicana, Corea del Sur y Guatemala.

Pero esto no parece gustarle al presidente Donald Trump. “La migración en cadena es un desastre para este país y es horrible”, dijo en una entrevista con la cadena FoxNews. Lo que pasa es que antes de 1965 la mayoría de los inmigrantes que entraban a Estados Unidos eran de Europa y ahora ya no.

Cuando Trump habla en contra de la “migración en cadena” usa palabras clave -o code words, en inglés. Lo que realmente está diciendo Trump es que no quiere a más inmigrantes asiáticos y latinoamericanos. Le está diciendo a los inmigrantes: tú te puedes quedar pero tu hermano o tu padre ya no pueden venir.

Si Trump pudiera, cambiaría las actuales las leyes migratorias. El dice que quiere implementar un sistema basado en el mérito de los solicitantes. Eso suena muy bonito. Pero en la práctica le daría preferencia a inmigrantes potenciales de países ricos donde ya se habla inglés y donde tienen mayor escolaridad.

Pero este no es el único ataque de Trump contra los inmigrantes. La lista es grande: quiere reducir a la mitad el número de inmigrantes legales; acaba de eliminar el TPS (o programa de protección temporal) para nicaragüenses y podrían seguir hondureños, salvadoreños y haitianos; terminó con el programa de DACA que beneficiaba a 800 mil Dreamers -que llegaron ilegalmente como menores de edad al país; insiste en construir un muro inútil y costocísimo en la frontera con México; durante su campaña presidencial propuso prohibir la entrada al país a todos los musulmanes y le llamo criminales y “violadores” a los inmigrantes mexicanos; y en lugar de perseguir criminales sus agentes detuvieron durante varios días a una niña de 10 años y con parálisis cerebral -Rosa Hernández- luego de una operación.

Donald Trump es el presidente más antiinmigrante que ha tenido Estados Unidos desde los años cincuenta, cuando se puso en práctica la brutal Operación Wetback. En esa operación, según la versión oficial, más de un millón de mexicanos fueron deportados de Estados Unidos y decenas murieron en el proceso de expulsión. Durante la campaña electoral Trump jugó con la idea de deportar a 11 millones de indocumentados en dos años. El proyecto es irrealizable pero la simple idea es peligrosa y ha generado duras ofensas contras los inmigrantes.

Trump aparentemente está intentando revertir el proceso de tolerancia y diversidad que llevará a Estados Unidos a convertirse en una nación de minorías en el 2044. En ese año todos los grupos étnicos del país -afroamericanos, latinos, asiáticos, nativos y blancos no hispanos- serán minorías, según una proyección de la Oficina del Censo. Y su estrategia parece ser la de expulsar al mayor número de inmigrantes posible y, al mismo tiempo, evitar la entrada masiva de más extranjeros.

¿Qué país va a prevalecer? ¿El de Trump o el de una nación que se creó con inmigrantes y que los sigue cobijando? Trump ha ganado casi en todo en su vida pero en este punto no lo hará. ¿Por qué? Porque llegó muy tarde.

Quince días después que Trump anunciara su candidatura presidencial en el 2015, la Oficina del Censo informó que más de la mitad (50.2%) de todos los bebés menores de un año en Estados Unidos ya no eran blancos. Trump tiene una idea vieja y nostálgica de Estados Unidos. Y mi única consolación es que saber que, al final y en la batalla más importante, Trump va a perder.

 

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