Digamos que tú quieres construir una cerca en tu casa y que, de pronto, se te ocurre que puedes forzar a tu vecino a que pague por ella. Por supuesto, esta es una idea descabellada, irracional e injusta. Bueno, eso es exactamente lo que el nuevo presidente Donald Trump quería que México hiciera.
Desafortunadamente el presidente Enrique Peña Nieto se tardó un año y medio en responder y decirle que no a Trump. Desde que Trump anunció la idea a mediados del 2015, el gobierno mexicano debió haber dicho que no pagaría ni un centavo por ese muro. Pero no lo hizo. Cuando Peña Nieto tuvo la oportunidad de decírselo en su cara a Trump -en esa fatídica conferencia de prensa en la ciudad de México en agosto del año pasado- no se atrevió. Por eso Trump creía que, una vez más, se saldría con la suya.
Así que, por ahora, el muro de Trump lo van a pagar los estadounidenses, no los mexicanos. El líder del senado, Mitch McConnell, dijo que el muro costaría entre 12 mil y 15 mil millones de dólares. Y lo peor de todo es que no va a servir para nada.
El muro de Trump será un elefante blanco: una construcción gigante, muy visible y totalmente inútil. México y Estados Unidos comparten 1,954 millas de frontera. Ya hay algún tipo de muro o cerca en unas 700 millas. Así que habría que extender esas barreras físicas al menos 1,200 millas más. Será una estratosférica pérdida de tiempo y dinero.
A Donald Trump le encanta recordarnos que él es muy inteligente y que es un gran hombre de negocios. Pero si eso es cierto, entonces ¿por qué quiere construir un muro totalmente inútil? Sería como construir un hotel sin baños, puertas o elevadores.
Aquí les explico por qué el muro es inútil. Alrededor del 40 por ciento de todos los indocumentados en Estados Unidos llegaron con una visa -muchos por avión- y luego se quedaron, según un estudio del Pew Research Center (http://pewrsr.ch/1UdASo1). Es decir, no importa que tan largo o tan alto sea el muro, no podría parar a muchos inmigrantes.
Aún así, Trump quiere su muro. ¿Por qué? Aquí hay una tendencia que nos da la posible explicación. Trump escogió como sus enemigos a México, a los inmigrantes mexicanos y a millones de indocumentados que, según él, votaron en su contra en noviembre. Para eso quiere su muro. Para separarse de ellos.
El muro es innecesario porque no hay ninguna invasión de inmigrantes como, falsamente, nos quiere hacer creer Trump. El número de indocumentados se ha mantenido estable, en alrededor de 11 millones, y en los últimos años más mexicanos se han ido de Estados Unidos que los que han entrado. (En el 2014 había en Estados Unidos 140 mil mexicanos menos que en el 2009, según el centro Pew http://pewrsr.ch/1S6KhlM)
El muro tampoco pararía la entrada de drogas. Esto es algo que no quieren escuchar en Estados Unidos pero hay que decirlo. Mientras haya millones de estadounidenses consumiendo drogas, habrá narcotraficantes en México y en el resto de América Latina dispuestos a fabricarla y transportarla al norte. Un muro no va a terminar con los narcotúneles -y con otras creativas maneras de traer narcóticos y estupefacientes- porque la demanda de drogas es enorme.
Estos son los terribles datos. En el 2013 había en Estados Unidos 24.6 millones de personas que dijeron haber consumido algún tipo de droga el mes anterior, según el estudio del National Institute of Drug Abuse. (Aquí está el estudio http://bit.ly/1jDx1Qz ) El negocio de las drogas es imparable mientras haya consumidores que lo sostengan. El Chapo, el principal narcotraficante del mundo, ya está en una cárcel de Nueva York. Pero a falta de “Chapo”, Chapitos. Rápidamente ha sido reemplazado por una nueva generación de capos.
Y si por alguna extraña razón el billonario muro de Trump pudiera detener inmigrantes y drogas, las nuevas rutas ilícitas serían por el mar (como hábil y valientemente demostraron por años los balseros cubanos). La solución no está en un muro sino en un sistema multinacional que proteja la inmigración legal.
El muro entre México y Estados Unidos es irrealizable, es impagable, es inútil y ha generado los peores enfrentamientos en décadas entre dos países amigos. El verdadero muro de Trump está solamente en su cabeza.