Opinión: Seis héroes hispanos

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Por Jorge RAMOS 

Donald Trump sigue llamando “animales” a algunos inmigrantes. Y aunque se refería a quienes han cometido crímenes en Estados Unidos, Trump también aseguró hace unos días, sin ninguna prueba, que los indocumentados están trayendo “enfermedades” a Estados Unidos.

​La imagen de los indocumentados como criminales contagiosos es totalmente falsa. La realidad es que los inmigrantes cometen menos crímenes que los estadounidenses. Un reciente estudio de la Universidad de Stanford concluyó que los inmigrantes tienen 60 por ciento menos posibilidades de ser encarcelados por un delito que los nacidos en Estados Unidos. De hecho, la criminalidad está bajando en todo el país, de acuerdo con el FBI, incluyendo asesinatos.

Entonces ¿por qué Trump está hablando de esa manera sobre los inmigrantes? Porque está en campaña y quiere regresar a la Casa Blanca. Una encuesta de Reuters indica que para el 38 por ciento de los Republicanos la migración es el tema más importante en estos momentos y, por lo tanto, Trump ataca a los indocumentados con la esperanza de ganar votos.

​Pero la realidad es muy distinta, como acabamos de ver en el puente de Baltimore que se cayó. Los seis trabajadores que murieron ahí eran inmigrantes de América Latina.

​¿Quién quiere tapar hoyos arriba de un puente en la madrugada en medio del viento y el frío? Eso es exactamente lo que estaban haciendo estos inmigrantes de México, Guatemala, Honduras y El Salvador cuando un buque carguero se estrelló contra el puente.

​Era la una de la mañana con 27 minutos y 53 segundos del pasado 26 de marzo cuando se recibió la primera llamada de alerta de que un buque estaba a la deriva en dirección al puente. En la comunicación interna entre los empleados pidieron que se detuviera todo el tráfico que entraba al puente. Menos de un minuto después, en la transmisión oficial se preguntaron si había un grupo trabajando en el puente. Querían que saliera de ahí antes posible.

Fue demasiado tarde. Los trabajadores aparentemente estaban en sus autos, en un momento de descanso, cuando el buque Dali -de 95 mil toneladas y que cargaba 4 mil 700 contenedores- se estrelló contra el puente, derrumbándolo. Salvarse de un accidente así era casi imposible.

​Esto demuestra, una vez más, que los inmigrantes suelen hacer los trabajos más peligrosos, los peor pagados y aquellos que los ciudadanos estadounidenses no quieren realizar. En cualquier ciudad de Estados Unidos podemos ver a los inmigrantes construyendo casas, cosechando nuestros alimentos, cuidando a nuestros niños y limpiando nuestras calles y jardines.

​La pandemia, para muchos, fue una época que no quisiéramos recordar. Está archivada en uno de esos lugares poco accesibles de la memoria. Pero es imposible olvidar que quienes más se arriesgaron para que las ciudades siguieran funcionando eran precisamente los inmigrantes. Los llamados “deliveristas” conectaban nuestras casas con los pocos comercios que seguían abiertos y las cajeras en los supermercados, detrás de láminas de plástico transparente, permitían que hubiera cierta normalidad en nuestras vidas. Muchos “deliveristas” y cajeras eran inmigrantes.

​Los inmigrantes suelen ser atacados injustamente por políticos populistas por el crimen y el desempleo. Pero, como vimos, ni cometen más crímenes ni les quitan los trabajos a los estadounidenses. Las últimas encuestas del Departamento del Trabajo son muy ilustrativas.

​En el pasado mes de febrero hubo 8.8 millones de puestos de trabajo disponibles en todo el país. Esta cifra es sorprendente si consideramos los millones de inmigrantes que han entrado ilegalmente al país o solicitando asilo durante los últimos tres años. Si de verdad los inmigrantes les quitaran sus empleos a los estadounidenses, no habría tantos puestos disponibles. De hecho, la tasa de desempleo en Estados Unidos ha estado por debajo del 4 por ciento en los últimos 25 meses.

​Esto lo que significa es que los inmigrantes, lejos que quitar puestos de trabajo, crean empleos. La economía de EE.UU. ha podido integrar rápida y eficientemente a todos los nuevos inmigrantes que hemos recibido en los últimos años. En la práctica, los nuevos inmigrantes pagan impuestos, crean empleos y complementan los trabajos realizados por los estadounidenses. No se los quitan. ​Inmigrantes cuidaban el puente; inmigrantes lo reconstruirán.

​Es cierto que los recién llegados se han convertido en un reto difícil de resolver para muchas ciudades, como Chicago y Nueva York. Pero, a la larga, siempre terminan siendo una contribución positiva para la economía y la sociedad del país.

​La próxima vez que un político diga que los inmigrantes traen el crimen y quitan empleos, basta con ver las cifras y nuestras calles. Los inmigrantes están siempre ahí, cuando más los necesitamos. Los seis héroes hispanos de Baltimore, que dieron la vida para que su ciudad y su puente funcionaran, son un gran ejemplo. Antes del accidente nadie sabía quiénes eran. Hoy sabemos que son lo mejor de nosotros.

​Gracias Carlos Hernández, Miguel Luna, Maynor Yassir Suazo Sandoval, José Mynor López, Dorlian Castillo Cabrera y Alejandro Hernández Fuentes.

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