Opinión: Retratos de la guerra

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Por Jorge RAMOS

Llevo una semana cubriendo la guerra en Israel y tengo la mente fragmentada, como vidrios rotos, y es difícil darle algún sentido a las partes del conflicto. Así que sumo y cuento:

-La guerra es el fracaso, es lo que ocurre cuando todo lo demás falló.

-“Fue una bomba muy fuerte”, dijo Rivka Shaulin, mamá de ocho, sobre la explosión frente a su apartamento en Bat Yam, a las afueras de Tel Aviv. Hay algo peor. “Tenemos a seis familiares secuestrados por Hamas), me dijo. “Tratamos de llamarlos…no sabemos de ellos”.

-Limor, 57 años, me muestra su apartamento en un segundo piso. Los vidrios de las ventanas están rotos. Fue la bomba. Bajo un hueco en la pared, una toalla tapa el sol y una niña duerme sobre la cama.

-Terrorismo: uso de violencia y miedo, contra civiles, con propósitos políticos y/o militares. Lo que hizo Hamas es terrorismo.

-Moshe, de 73 años, creyó que la bomba había caído en su casa del alegre y popular barrio Florentin. No fue así. Cayó a 20 metros. “A mí no me gusta esta guerra”, explicó. “Esta guerra es para Hamas”.

-Shaham no se da por vencido. Tiene un bar a las afueras de Tel Aviv, lo encontré repartiendo margaritas, gratis. Para el shock. Para los nervios. Así entiende él la solidaridad.

-Estoy en Israel y me llegan las declaraciones del presidente de México en un mañanera; él es un pacifista y se rehusa a condenar el ataque terrorista de Hamas contra civiles. Pero la neutralidad -la tibieza- solo ayuda a los asesinos. Elie Wiesel, sobreviviente del holocausto y premio Nobel de la Paz, decía “la neutralidad siempre ayuda al opresor, no al oprimido”. En este caso el opresor es Hamas. Si le sumas el apoyo de AMLO a dictaduras como la cubana, tienes una política exterior vergonzosa, del lado incorrecto de la historia, alejada de los derechos humanos. Queda menos de un año de mañaneras. Regreso a los menesteres de la guerra.

-Gaza está cercada y asediada. Nada entra ni sale. Solo las bombas. Está sin agua, alimentos, combustible y electricidad. Más de dos millones viven en esta empobrecida y densa franja de tierra que Israel dejó en el 2005. La guerra, insisto, no es entre israelíes y palestinos. La guerra es entre Israel y Hamas, un grupo islámico fundamentalista, considerado como terrorista por EEUU, Gran Bretaña y la UE. Hamas controla Gaza desde el 2007. No ha vuelto a realizar elecciones.

-Veo un video en la tv, una niña de Gaza, cubierta de polvo, sale de un auto cargada por su padre. Aún se tapa las orejas, como si siguiera oyendo la explosión de la bomba que les cayó encima.

-Visito Jerusalem y está casi vacía. “Es el miedo”, dice un vendedor que no tiene un solo cliente en su tienda. El muro de los lamentos está lleno de papelitos pero no de gente. Los pocos que hay en la maravillosa esplanada me dan la espalda. No quieren decir nada en tv. Ni hablar muy fuerte. Un árabe, explota frente a mí: “Esta es una guerra de libertad después de 75 años de ocupación. Los palestinos no tienen nada que perder. Menos en Gaza. Antes de la guerra en Gaza no había agua, ni electricidad, ni trabajo, ni ingresos, ni comida, nada. Eso es lo que pasa”.

-Biden dice que el ataque del 7 es el día más mortífero para Israel desde el holocausto. Otros lo comparan con el 9/11. A todos los ha movido por dentro. Me encuentro a un grupo de reservistas israelíes, uniformados. Uno era contador, otro policía, ella se dedica a la moda. Dicen que están listos para ir al frente de batalla. Preguntan si el mundo sabe lo que pasa aquí. Les digo que no están solos.

-“No somos los malos”, me dijo en un hospital de Jerusalem, Diana Rosen, argentina secuestrada por Hamas de un kibutz a cuatro kms de la franja de Gaza. “Me voy a morir”, pensó cuando los militantes se la llevaron a ella y a su esposo. Le dieron un disparo en la mano y perdió un dedo. Pero no su libertad. “No soy religiosa”, dijo, ahora cree en los milagros. Los terroristas los trataron de meter en un auto. Se resistieron y funcionó. Los dejaron ir. “Los malos son ellos”.

-Algo tiene que tronar. Esto no es sostenible. Mientras miles de soldados y tanques se amontonan en el sur de Israel para posible incursión terrestre, hay más de un centenar de rehenes en manos de los terroristas. Israel no quiere que nada entre a Gaza hasta que liberen a los secuestrados. Pero nada se mueve. Nadie cede. Nadie habla. Nadie negocia. No hay un cese al fuego y las bombas siguen cayendo. 

 

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