Opinión: Para la libertad

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“Para la libertad, sangro, lucho, pervivo…”

​Miguel Hernández

Solo tengo palabras de aliento y admiración para los millones de venezolanos que están luchando para ser libres. No sé cómo va a terminar la crisis en Venezuela. Pero sí sé quiénes son los que tienen las armas y están matando. Y sé también quienes son los que llevan 20 años en rebeldía.

​Venezuela -lo viví hace poco- es un estado policíaco apuntalado por decenas de miles de agentes cubanos. En un país con una inflación anual superior al millón por ciento, con apagones, hospitales sin medicinas y un salario mensual equivalente a los cinco dólares, se necesita mucho valor para salir a las calles a protestar. La represión es, siempre, la reacción del que se siente amenazado.

​Por eso me sorprenden tanto esas imágenes en las redes y en la televisión de gente que no se deja. Hay veces -como esta semana- en que pienso: Maduro ya perdió. Y luego oigo los balazos, los gritos del joven reventado por una tanqueta y las motos de los colectivos, y la desesperanza se vuelve a posar. Estamos todos agotados de este juego de altas expectativas y reveses.

​Pero a la mañana siguiente leo Twitter y los venezolanos no se han rendido. El rescate y liberación del líder opositor Leopoldo López, tras cinco años de prisión, es una clara señal de que el régimen se está quebrando. Y mientras, el presidente interino Juan Guaidó sigue reinventando la manera de ser oposición. En una dictadura es vital imaginarse otro país.

​Es un grave error decir que la lucha de Guaidó para sacar a Nicolás Maduro es un intento de golpe de estado. No lo es. Se trata, sencillamente, de un levantamiento en contra de una dictadura. Tan legítimo como lo fue pelear en contra del dictador chileno, Augusto Pinochet. O contra el apartheid en Sudáfrica y la esclavitud en Estados Unidos.

​Todo demócrata debería denunciar cualquier dictadura, sea de derecha o de izquierda. No hay dictaduras buenas. Y Maduro es un brutal dictador.

​Fue impuesto por dedazo por el caudillo Hugo Chávez antes de su muerte. Es responsable de cientos de asesinatos de jóvenes durante las protestas, según denunció su ex-jefe de inteligencia, Hugo “El Pollo” Carvajal. Tenía, al menos, 989 prisioneros políticos, de acuerdo con Foro Penal. Human Rights Watch ha documentado más de 380 casos de violaciones a los derechos humanos, incluyendo tortura. Y organizó un mayúsculo fraude electoral en mayo del 2018 -prohibiendo la participación de opositores y de observadores internacionales- y dejando el conteo de votos a un organismo (el Consejo Nacional Electoral) que él controla. Estos son los datos. Maduro no es un presidente elegido democráticamente. Que levanten la mano los que estén de su lado.

​Y, perdón, pero ahora tengo que hablar de México.

​La neutralidad que mantiene el gobierno de Andrés Manuel López Obrador en el caso de Venezuela lo pone del lado equivocado de la historia. AMLO pudo convertirse en un líder regional en defensa de los derechos humanos. Pero no quiso.

​El presidente interino, Juan Guaidó -en una entrevista con el periodista Andrés Oppenheimer- dijo que “esperamos más” de México. ¡Claro que se espera más de México! Es muy confuso y frustrante que alguien como AMLO -quien por décadas y como opositor denunció los abusos del poder, las matanzas y las violaciones a los derechos humanos- ahora se niegue a ponerse del lado de las víctimas.

​Es una falla moral y un terrible error de cálculo de su gobierno. Los derechos humanos se defienden dentro y fuera de las fronteras de tu país. Siempre. Y denunciar los abusos de Maduro no significa, de ninguna manera, apoyar una invasión estadounidense.

​Aquí el Nobel, Elie Wiesel: “En cualquier lugar donde hombres y mujeres sean perseguidos por su raza, religión y visiones políticas, ese lugar debe convertirse -en ese momento- en el centro del universo.” Y hoy ese lugar es Venezuela.

​En el tercer viaje de Cristóbal Colón en 1498 llegó a lo que hoy es Venezuela, muy cerca de la isla Margarita. Y quedó tan impresionado de su belleza que luego le diría a los reyes de España en una carta que muy cerca de ahí “se halla el paraíso terrenal.”

 

​Estoy de acuerdo. Venezuela es hermosísima y única. Pero no hay paraíso sin libertad.

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