Opinión: No puedo respirar

Por Jorge RAMOS

”No puedo respirar”, suplicaba tirado en el piso, boca abajo, George Floyd, un afroamericano de 46 años de edad. La rodilla de un policía blanco de Minneapolis presionaba duramente contra su cuello. “Por favor, no puedo respirar”.

El video de casi 10 minutos es aterrador. Comienza ya con Floyd tirado en el piso y el agente, Derek Chauvin, sobre él. Fue filmado en su celular por una persona que vio lo que estaba pasando y que luego lo compartió en redes sociales. “Me duele el estómago, me duele el cuello”, se le oye decir a Floyd. También pide “agua o algo, por favor”. Y el momento más desgarrador es cuando, dos veces, llama por su mamá.

No sabemos que pasó antes del video. La policía de Minneapolis buscaba a un hombre acusado de falsificar su identidad. Floyd fue encontrado en su auto, obligado a bajar y luego fue esposado. El reporte policíaco inicial dice que se resistió a su arresto y que aparentaba tener un “trastorno médico”.

Lo que sí sabemos es que, en los instantes finales del video, Floyd parece perder la conciencia y cuando, finalmente, el policía le quita de encima su rodilla, la cabeza de Floyd no responde y cuelga sin fuerza. Poco después fue llevado en una ambulancia al hospital, donde fue declarado muerto a las 9:25 de la noche del lunes 25 de mayo.

Me impresionó, particularmente, la pasividad de otros tres agentes de la policía que no hicieron nada para evitar que su compañero asfixiara a Floyd. Uno de ellos está parado a muy poca distancia de los hechos y, sin decir una sola palabra, es mudo testigo de su muerte. Como si esa vida no importara.

”Fue una tortura lo que le hicieron. Él estaba suplicando que lo dejaran respirar”, me dijo en una entrevista la senadora Kamala Harris, quien está siendo considerada para el puesto de candidata a la vicepresidencia por el partido demócrata. “Fue una ejecución. Fue una ejecución pública”.

Ni siquiera la pandemia ha podido ocultar el terrible racismo que sigue pudriendo a la sociedad estadounidense. No es la primera vez en que un afroamericano muere después de decirle a un agente de la policía que no podía respirar.

El 17 de julio del 2014 el afroamericano, Eric Garner, fue arrestado por la policía de Nueva York en Staten Island por vender cigarrillos sin permiso. Uno de los agentes, Daniel Pantaleo, se le acercó a Garner por detrás y presionó su brazo contra su cuello. Ambos cayeron al piso. Ahí se le escucha decir varias veces a Garner: “No puedo respirar”. Esa tarde, luego de ser recogido por una ambulancia, fue declarado muerto en un hospital de la ciudad.

Pero todo fue captado en el celular de Ramsey Orta, un amigo de Garner. Eso fue fundamental para asignar la responsabilidad de su muerte. “Las imágenes de video citadas en la autopsia es uno de los factores que permiten a los doctores concluir que el ahorcamiento del policía ocasionó la muerte de Garner”, reportó una investigación de The New York Times.

Ambas muertes, la de Eric Garner en Nueva York y ahora la de George Floyd en Minneapolis, son tan parecidas. Ambos mueren luego de un encuentro con la policía. Ambos son asfixiados por uno de los policías. Ninguno de los agentes que son testigos de estos casos de brutalidad policíaca hace nada para impedir su fatal desenlace. Y, afortunadamente, nos podemos enterar de las verdaderas circunstancias de estas muertes debido a dos personas que tuvieron la valentía de grabar todo en su celular.

Tras la elección del presidente Barack Obama en el 2008 muchos estadounidenses creyeron que Estados Unidos había llegado a una época post-racial, donde el color de la piel no importaba. La elección de Obama, el primer y único presidente afroamericano en la historia, se daba luego de décadas de esclavitud, racismo y discriminación. Pero el racismo sigue muy presente en este país, como demuestran las muertes de Garner y Floyd.

 

La gran diferencia -para que haya un mínimo de justicia- está en el teléfono celular donde quizás estás leyendo esta columna. En una época donde los espacios privados van desapareciendo y en que casi todo queda grabado, el abuso policial contra las minorías difícilmente se puede ocultar. Basta apretar el botón rojo para grabar. Y tener el valor de apuntar, con tu celular, a la policía cuando alguien grita: “No puedo respirar”.

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