Donald Trump asusta a los niños. No estoy exagerando ni siendo amarillista. Me he pasado la semana oyendo a niños decir que tienen miedo de que el nuevo presidente deporte a sus padres de Estados Unidos. Eso puede aterrar a cualquiera.
No hay mayor miedo que el de ser separado de tus padres por la fuerza. Todos tenemos historias de horror cuando éramos niños y, de pronto, nos perdimos en el supermercado o nos alejamos de nuestros padres en un lugar público. Bueno, desafortunadamente, muchas de esas historias se están escribiendo ahora mismo en Estados Unidos, cortesía de Donald Trump.
Dos ejemplos.
“Nadie debe sufrir el dolor de ver cómo se llevan a tu madre”, dijo en una conferencia de prensa en Phoenix, Arizona, Jacqueline García, de solo 14 años de edad y nacida en Estados Unidos. “Nadie debe ser obligada a empacar la maleta de tu mamá.”
Agentes de inmigración arrestaron y deportaron a la mamá de Jacqueline, Guadalupe García, la semana pasada. Guadalupe llevaba 22 años viviendo como indocumentada en Estados Unidos. Una vez fue acusada de usar un número falso del seguro social y esa fue una de las razones de su expulsión. Durante el gobierno de Barack Obama -que deportó a más de dos millones y medio de indocumentados- Guadalupe nunca fue una prioridad de deportación. Con Trump sí.
Jersey Vargas tiene miedo que le pase lo mismo que a Jacqueline. Jersey tiene 14 años de edad y nació en Estados Unidos. Pero su papá, Mario Vargas, es indocumentado, una vez fue acusado de manejar en estado de ebriedad y ahora corre el peligro de ser deportado. Mario está peleando su caso en una corte. Pero si lo deportan, Jacqueline y sus cinco hermanos se quedarían sin uno de sus padres.
¿Qué le dirías al presidente Trump? Le pregunté a Jersey en una entrevista. Esta fue su respuesta: “Yo creo que su corazón de roca se puede ablandar… A Donald Trump yo le diría: por favor, señor, entiende que nosotros hemos sufrido. Somos humanos y tú también. Espero que nos puedas entender y ayudar a las familias que traen miedo y temor hoy.”
No sé si Trump está escuchando a niñas como Jersey y Jacqueline. Vivo en un país donde los niños tienen que defender legalmente a sus padres (y no al revés).
La semana pasada Trump deportó a 680 indocumentados. Según el Departamento de Seguridad Interna, el 75 por ciento de ellos eran “criminales”. Pero este nuevo gobierno le pone la etiqueta de “criminal” a cualquiera.
Esos arrestos y redadas han generado un enorme miedo en la comunidad latina. En Estados Unidos hay cuatro millones y medio de niños que tienen al menos una madre o un padre indocumentado. Imagínense cómo durmieron anoche esos niños.
Hoy Trump es el principal destructor de familias en Estados Unidos. La culpa del miedo no es de los periodistas que reportamos sobre las redadas sino del gobierno en Washington que las ordena.
Una lectora, a la que prefiero no identificar, me envió un correo electrónico que decía lo siguiente: “Tengo dos hijos en este país hermoso. Tenemos 11 años viviendo (aquí) y nunca habíamos tenido miedo. Pero ahora sí… Me gustaría quedarme en este país porque nosotros queremos que nuestros hijos estudien y salgan adelante… Mi hijo quiere ser científico…Les estamos enseñando que deben respetar a las autoridades, aunque algunos sean malos. Muchas gracias por su atención. Solo quería compartir un poco lo que sentimos.”
No sé si el “corazón de roca” de Trump, como me lo describió Jersey, se va a ablandar con testimonios como el anterior. Todas las veces que creímos que Trump se estaba suavizando o normalizando, nos equivocamos. Y no veo cómo va a cambiar su promesa migratoria de deportar a millones.
Pero lo que más me sorprende es la confianza de los padres indocumentados y de sus hijos de que Estados Unidos, tarde o temprano, va a hacer lo correcto y los va a proteger. En otras palabras, que el esfuerzo de Trump de deportar a millones va a fracasar.
Quizás tengan razón. Esta no es la primera vez en la historia de Estados Unidos en que se ataca ferozmente a los inmigrantes. Y, al final de cuentas, el futuro de Estados Unidos es de Jersey y de Jacqueline, no de Trump.
El primer paso siempre, como me enseñaron los Dreamers, es superar el miedo.