Por Jorge Ramos
La foto salió bien. Pero fue triste y penoso escuchar los halagos y falsedades del presidente de México al mandatario más antimexicano y antiinmigrante que ha tenido Estados Unidos en décadas.
A pesar del viaje de Andrés Manuel López Obrador a Washington, no hay una “nueva realidad” para los inmigrantes mexicanos en Estados Unidos. Por el contrario, las cosas están cada vez peor.
Es, sin duda, una extraña amistad la que se profesan AMLO y Donald Trump. El popular líder izquierdista con el abusivo magnate derechista. Pero la historia juzgará duramente al presidente de Estados Unidos por su racismo, sexismo y ataques a los inmigrantes. Y a López Obrador le recordarán toda su vida que cuando tuvo la oportunidad de enfrentar al bully, decidió no hacerlo y callar.
AMLO dijo, falsamente, que Trump ha tratado con “gentileza”, “comprensión y respeto” a México. Pero dudo que se sientan respetados los inmigrantes a los que Trump llamó “violadores”, ni que se consideren comprendidos los Dreamers mexicanos -más de medio millón- que su gobierno quiere deportar o que los estudiantes mexicanos en Estados Unidos vean como una gentileza las nuevas medidas que los podrían dejar sin visa.
El presidente de México tampoco dijo la verdad cuando aseguró: “Usted (Trump) nunca ha buscado imponernos nada”. De hecho, el presidente estadounidense amenazó con imponer aranceles de hasta el 25 por ciento a productos mexicanos si López Obrador no detenía las caravanas de centroamericanos cruzando por su territorio. México, que sufre un terrible problema de violencia, tuvo que destinar a miles de elementos de la nueva Guardia Nacional a realizar labores migratorias.
Otra imposición de Trump fue dejar en territorio mexicano a decenas de miles de refugiados centroamericanos que buscan asilo en Estados Unidos. Esto va en contra de la política de antiguos gobiernos estadounidenses de recibir por razones humanitarias a quienes huyen de la violencia y la pobreza extrema. AMLO se ha convertido en el policía migratorio de Trump.
Otra sorpresa de la reunión es que ninguno de los dos presidentes -tan diestros en las benditas redes sociales- se atrevió a responder preguntas de la prensa. Ni una sola. Temían que le preguntaran a López Obrador si todavía consideraba a Trump un racista, como lo dijo en el 2017. O que le preguntaran a Trump si México iba a pagar por su muro, como aseguró a principios de año.
Entre lo positivo hay que resaltar que AMLO, magistralmente, ha evitado conflictos con Trump y que llevó hasta la firma el TMEC. También, es un poderoso mensaje de austeridad y sencillez que viaje con su comitiva en un vuelo comercial. Difícil pensar en otro presidente del mundo que haga lo mismo. Y hay que apuntar el caluroso y emotivo recibimiento que AMLO obtuvo de muchos inmigrantes mexicanos que voluntariamente lo fueron a ver frente al monumento de Benito Juárez en Washington. AMLO, sin duda, sabe manejar los símbolos.
México y Estados Unidos, en palabras de AMLO, tienen una “peculiar convivencia”; a veces son “vecinos distantes” y otras “amigos entrañables”. Hay pocas relaciones en el planeta tan disparejas. Por eso, ante el poderío estadounidense la única fórmula que funciona es la dignidad, la sabiduría y el ingenio del mexicano.
”Fallaron los pronósticos: no nos peleamos”, dijo López Obrador en un discurso antes de la cena con empresarios y tenía razón. “Somos amigos y vamos a seguir siendo amigos”. El problema es que esa amistad personal no beneficia en nada a los 38 millones de personas nacidas en México y de origen mexicano que viven en Estados Unidos.
La “nueva realidad” -de un mejor trato a los inmigrantes en Estados Unidos- a la que se refirió AMLO tras regresar a México no existe. Al contrario. Los ataques de Trump contra los extranjeros son constantes. Ya separó a familias hispanas y hasta puso a niños en jaulas. Y en la actual campaña presidencial no dejará de atacar a los inmigrantes y de promover su nuevo muro en la frontera. Trump sigue siendo el mismo y es un error creer que va a cambiar solo porque AMLO se lo pidió.
El mal augurio (de una pelea entre AMLO y Trump) no se cumplió. Pero los que pierden son los inmigrantes mexicanos, los Dreamers y los estudiantes extranjeros. El que podía hablar por ellos y defenderlos decidió quedarse callado. Y todo por una foto.