Si las cosas siguen igual, la presidencia de Enrique Peña Nieto podría convertirse en la más violenta y sangrienta desde la revolución mexicana. Las cifras oficiales son impresionantes. Pero lo más indignante es que a pesar de las matanzas, las fosas y la impunidad, en México no pasa nada.
Desde que Peña Nieto llegó a la presidencia han sido asesinados 79,344 mexicanos. No son cuentos. Son las cifras oficiales de homicidios dolosos de la Secretaría de Gobernación desde el 1 de diciembre del 2012 hasta el 31 de marzo del 2017. (Si no me creen, aquí las pueden corroborar http://bit.ly/1KTkyift) Esto es lo reportado por cada estado. Ahora imagínense todo lo que no se reporta.
En marzo asesinaron a 2,020 mexicanos. Si continúa ese promedio mensual hasta diciembre del 2018, cuando Peña Nieto entregue la presidencia, su gobierno será el más violento en la historia moderna de México. Superaría, incluso, los 104,089 muertos de la presidencia del panista, Felipe Calderón.
Este es un monumental fracaso de Peña Nieto. Lo peor es que sigue haciendo lo mismo. En el 2017 ya hay un repunte de la violencia. Es una clara señal de incompetencia y falta de liderazgo.
Más datos. En la presidencia de Peña Nieto han secuestrado a 5,692 personas. Esa cifra se acerca rápidamente a los 6,515 secuestrados con el expresidente Calderón. Pero estos son los secuestros reportados. Muchos más no se reportan porque hay mexicanos que le tienen más miedo a la policía que a los secuestradores.
La impunidad en México se extiende a los asesinos de periodistas, ya sean funcionarios públicos o miembros de carteles de las drogas. México es uno de los países más peligrosos del mundo para ser periodista, junto con Siria, Somalia y Afganistán.
El legado de Peña Nieto podría ser de una “impunidad endémica”, según un informe del Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ). Casi todos los asesinatos de reporteros durante su presidencia han quedado sin resolverse. Y cada vez que matan a otro periodista su gobierno suele tratar el incidente como algo normal, sugiriendo que es un crimen común, no vinculado a su labor informativa.
“Es fácil matar a un periodista” en México. Ese fue el titular de un reciente reportaje en primera plana del diario The New York Times. Sus cifras son estas:
- Marzo de este 2017 fue el peor mes para la libertad de prensa en México. Le dispararon a siete periodistas. Tres de ellos murieron, de acuerdo a la organización Artículo 19.
- Once periodistas fueron asesinados en el 2016.
- Desde el 2000 han muerto 104 periodistas y 25 han desaparecidos. Se cree que los desaparecidos están muertos.
¿Por qué Peña Nieto sigue con sus mismas políticas fallidas ante estas aterradoras cifras? Quizás porque él no ve el problema. O a lo mejor cree que es un problema de relaciones públicas.
En el 2009, cuando aún era gobernador del estado de México, Peña Nieto me dio una entrevista y ahí me dijo lo siguiente: “México es un país seguro que enfrenta un fenómeno delincuencial nuevo.” En ese 2009 hubo más de 16 mil asesinatos en todo el país y él aún seguía creyendo que México era un país seguro. Es la ceguera del poder.
Ante las fosas de Veracruz, la corrupción de exgobernadores fugitivos, la vergüenza de la Casa Blanca, la desaparición de los 43 de Ayotzinapa, las matanzas de Tlatlaya y Nochixtlán, y las crecientes cifras de asesinatos y secuestros, los mexicanos no podemos seguir mintiéndonos.
Esto sugiere que Peña Nieto ya es uno de los peores presidentes que ha tenido México. No ha podido con su principal responsabilidad: proteger la vida de los mexicanos. Lo más grave es que no tiene ni idea de cómo resolver el problema. La guerra contra las drogas fracasó; México pone los muertos mientras que más de 20 millones de estadounidenses usan drogas.
Peña Nieto nos demostró que seis años en la presidencia son demasiados. Es preciso un cambio constitucional para bajarlo a cinco años. O establecer un referendo revocatorio entre el tercer y cuarto año. Estoy seguro que Peña Nieto no lo hubiera superado.
Mientras tanto, ya van 79,344 muertos con Peña Nieto y seguimos contando. Es difícil pensar que haya otro país que le aguante tanto a un gobernante tan mediocre.