Opinión: La esperanza en Venezuela

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Por Jorge RAMOS 

Desde que Hugo Chávez tomó el poder en 1999 la democracia ha desaparecido, existen cientos de prisioneros políticos, y el régimen ha utilizado la tortura, los asesinatos y encarcelamientos, la censura y la represión para enfrentar las protestas de opositores. Nicolás Maduro gobierna como un dictador desde el 2013 y en las elecciones del 28 de julio buscará reelegirse y obtener un poquito de legitimidad.

Pero lo que la dictadura no se esperaba era que María Corina Machado, a pesar de haber sido declarada como inhabilitada como candidata presidencial, siguiera haciendo campaña por todo el país. Con eventos multitudinarios, ella es la verdadera cara del cambio en Venezuela. Y ha logrado transferir su apoyo a Edmundo González Urrutia, quien es oficialmente el candidato de la oposición y que, según la encuestadora Hercón Consultores, tiene un 35 por ciento de ventaja sobre Maduro.

El mismo candidato quedó sorprendido de la manera en que fue escogido. “Yo estaba en mi casa cuando me llamaron para asistir a una reunión para firmar la postulación de mi candidatura”, me dijo en una entrevista, él en Caracas y yo en Miami. “Fue un proceso que yo pedí que fuera por unanimidad de todas las fuerzas políticas y así se dio… Mi candidatura ha venido sumando voluntades, al punto de que hoy tenemos esa amplia ventaja que demuestran las encuestas”.

Aunque vaya adelante en las encuestas ¿por qué la dictadura lo va a dejar ganar a usted? Pregunté. “Porque hay una inmensa mayoría de venezolanos que aspiran a un cambio,” me dijo. “Estamos conscientes de que estamos frente a un adversario que abusa de las condiciones electorales… Pero, mira, cuando la voluntad de un pueblo se decide a cambiar y hay una masiva votación, no hay nada que pueda detener esas aspiraciones de cambio”.

Gonzáles Urrutia, de 74 años, diplomático y profesor universitario, se sabe bien la historia. Maduro realizó fraudes electorales en las últimas dos elecciones en que participó como candidato presidencial. ¿Y por qué no habría de hacerlo una tercera vez en este 2024?

Luego de la muerte de Hugo Chávez en el 2013, se llamaron a elecciones presidenciales en Venezuela. Y el reporte de un grupo de observadores europeos concluyó que hubo más de mil 300 irregularidades. “Sin duda pudo haber una alteración importante en cuando al resultado final de las elecciones”, dijo Ricardo Palomares, el líder de la misión europea. Henrique Capriles, el candidato opositor en el 2013, nunca reconoció el resultado de esas votaciones.

En las elecciones presidenciales del 2018 pasó algo similar. Una coalición de partidos de oposición calificó de “farsa” la votación. Los dos candidatos opositores que participaron tampoco reconocieron a Maduro como ganador.

Como se lo dije a Maduro en una entrevista en el Palacio de Miraflores en el 2019, las elecciones en Venezuela son como “un partido de futbol sin contrincante, sin árbitro,” y luego ellos se inventan el marcador. Y de nuevo, en este 2024, el régimen organiza las elecciones, cuenta los votos y declara a un ganador. La oposición tiene todo en contra.

Además hay otro factor. El costo de perder para Nicolás Maduro y su cuadrilla es altísimo. Muchos de ellos están acusados de corrupción y de violación a los derechos humanos. Perder la elección podría significar la cárcel y la confiscación de todas sus propiedades y cuentas bancarias. Por eso ya se está hablando de una posible amnistía para permitir la transición hacia la democracia en Venezuela. Pero González Urrutia no se quiere comprometer.

“Todo eso va a ser objeto de una discusión a fondo, serena, en la que participarán todas las figuras políticas del país,” me dijo sobre la amnistía, “y donde vamos a tratar a la oposición como un adversario, no como un enemigo”. Así lo hizo Nelson Mandela en Sudáfrica para terminar con el apartheid. Ya veremos si esa misma fórmula se puede aplicar a Venezuela.

Así, después de un cuarto de siglo de muerte y represión, se puede hablar con cierta esperanza en Venezuela. Sería una salida parecida a la que terminó con el régimen sandinista en Nicaragua en 1990. Recuerdo perfectamente esa larga noche en Managua luego de las elecciones que ganó Violeta Barrios de Chamorro. Hasta el amanecer del día siguiente, los sandinistas no habían aceptado su derrota. Pero el voto fue tan abrumador que no tuvieron más remedio que aceptar el triunfo de la oposición. Aún así, en la negociación del traspaso del poder los sandinistas se aseguraron de que Humberto Ortega continuara por varios años más como jefe del ejército en Nicaragua. Algo parecido podría ocurrir en Venezuela.

Ahora bien, en un hipotético triunfo de la oposición en Venezuela ¿quién gobernaría: usted o María Corina? “Si ganamos,’ me dijo Gonzáles Urrutia, “yo seré el presidente de la república. Y María Corina tendría un papel fundamental como líder de la oposición venezolana”.

Los títulos vendrán después. Primero hay que ganar la elección del 28 de julio y defender los resultados ante un régimen que hará todo lo posible para no entregar el poder.

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