Ciudad de México. “¿Usted quiere ser presidente de México?”, le pregunté, aunque ya todos sabíamos la respuesta. “Sí”, me dijo Andrés Manuel López Obrador, trajeado y seguro. “Vamos a participar de nuevo y la tercera es la vencida”.
En el 2006 y en el 2012 iba ganando en las encuestas y, él insiste, le robaron las elecciones. ¿No será mal perdedor? “No podemos aceptar fraudes”, respondió. Pero en el 2018, dijo, será distinto porque hay “más gente apoyando el movimiento, más organización y más interés por un cambio verdadero.” Además piensa que las redes sociales podrán contrarrestar los ataques que recibirá.
Por ejemplo, unos videos recientes muestran a una candidata de su partido MORENA, Eva Cadena, recibiendo el equivalente de 25 mil dólares para entregar, supuestamente, a López Obrador. Lo que hizo Cadena le parece “muy mal” a él. Pero López Obrador acusa al presidente Enrique Peña Nieto -“un jefe de pandilla”– de estar detrás de una campaña de desprestigio en su contra: “Peña Nieto en Los Pinos le entregó los videos al Secretario de Gobernación para que, a su vez, entregara los videos a El Universal” (el diario que los publicó).
Entre muchos mexicanos hay una legítima curiosidad por saber de qué vive López Obrador.“¿Cuánto dinero tiene?” le pregunté. “Nada”, me dijo, “yo no lucho por dinero”. MORENA, su partido, le da “como 60 mil pesos al mes” (poco más de tres mil dólares). “Aunque les parezca increíble a esos corruptos”, continuó, “no tengo cuentas de cheque, no tengo tarjetas de crédito. Pero no de ahora; desde hace 40 años”.
Voy al punto y le digo que lo acusan de “autoritario”, “intolerante”, “terco” y mesiánico”. Pero “no les funciona”, reviró. “Están muy desesperados”.
“No soy corrupto”, me dijo, en el que sin duda se convertirá en el mensaje central de su campaña presidencial. Para él la corrupción no es una cuestión cultural, como ha dicho Peña Nieto “sino un problema que se da de arriba para abajo”. Continuó: “Lucho por ideales. Si yo luchara por dinero, fuese inmensamente rico. Tendría mansiones en el extranjero y aquí en México”.
Hablando de mansiones ¿es un acto de corrupción la casa de siete millones que la primera dama, Angélica Rivera, compró a un contratista del gobierno? “Sí”, me dijo López Obrador. ¿Si llega a la presidencia va a enjuiciar a Peña Nieto y a su esposa por corrupción? “No, no, no”, respondió, “eso lo van a hacer los jueces”. ¿No es esta una amnistía anticipada? “No”, dijo, asegurándome que nunca se ha reunido a solas con el presidente. ¿Usted pondría a un fiscal independiente para investigar a Peña Nieto y a su esposa? “Sí, sí, sí”, contestó, “que se investigue”.
Es un hombre de izquierda pero se rehúsa a dar su opinión sobre el aborto, el matrimonio de parejas del mismo sexo o la legalización de las drogas. “Es sencillo: que lo resuelva la gente, que haya una consulta”.
Se niega también a llamar dictadores al cubano, Raúl Castro, y al venezolano, Nicolás Maduro, a pesar de las recientes muertes y las violaciones a los derechos humanos. ¿Por qué? “Porque no quiero que se metan después en las decisiones que solo le corresponden a los mexicanos”, me dice.
Pero con Donald Trump sí se mete. ¿Trump es un racista? “Sí”, respondió, “azuza el racismo. Pero tampoco es que lo sienta así. Es una estrategia política, lo aclaro.” Hubo más. “Que no se olvide (Trump) que México es un país independiente… No al muro y no a la persecución de nuestros paisanos migrantes en Estados Unidos”.
Al final me habló un poco de su esposa Beatriz Gutiérrez Müeller –“se dedica más que nada a la literatura, ella es doctora”– y del hijo de ambos al que llamaron Jesús Ernesto. “Jesús por Jesucristo y Ernesto por Ernesto Ché Guevara”, me explicó. “Creo en el pensamiento y la obra de Jesús. El lucha por los pobres. Y el Ché es un revolucionario ejemplar”. Le recordé que el Ché también realizó muchas ejecuciones. “Sí, tiene ese cuestionamiento”, acepta, “pero fue un hombre que ofreció su vida por sus ideales”.
Ideales y su lucha contra la corrupción. López Obrador cree que eso, finalmente, lo llevará al Palacio Nacional, donde piensa vivir. No en Los Pinos. “Vamos a llegar con toda la autoridad moral para llevar a cabo la transformación de México”.
A ver. A sus 63 la tercera es la vencida.