Opinión: Gracias presidente Biden, pero...

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Por Jorge RAMOS 

No es poca cosa. Los indocumentados que lleven más de 10 años viviendo en Estados Unidos, sin cometer ningún crimen y que estén casados con ciudadanos estadounidenses, podrán legalizar su situación migratoria.

Es, sin duda, la mejor noticia que han recibido los inmigrantes en Estados Unidos en 12 años, desde que el presidente Barack Obama le otorgó la residencia temporal y permisos de trabajo a más de 800 mil Dreamers. Era un asunto pendiente.

Cuando Biden tomó posesión como presidente, lo primero que hizo fue enviar al congreso una propuesta de legalización para más de 10 millones de indocumentados. Fue, tan solo, un gesto simbólico. Todos sabíamos que no existían los votos necesarios en el congreso para que su propuesta se convirtiera en ley. Pero Biden quería hacerlo para diferenciarse de lo que no hizo Obama.

Durante su primera campaña presidencial en el 2008, el candidato Obama -además de decirle a los hispanos que “sí se puede”- prometió enviar una propuesta de reforma migratoria al congreso durante su primer año en la Casa Blanca. Y no lo hizo, a pesar de tener super mayoría en ambas cámaras del congreso. Esa promesa incumplida de Obama ha sido costosísima y ha dejado muy vulnerables a millones de familias hispanas. Si Obama hubiera cumplido, esos inmigrantes no correrían el riesgo de ser deportados y separados de sus hijos.

Por todo lo anterior, lo que acaba de hacer Biden ayuda mucho. Se agradece pero no basta. La gran mayoría de los indocumentados no va a tener ningún beneficio. Y siempre queda la duda sobre por qué el presidente no lo hizo antes y se esperó a que faltaran menos de cinco meses para las elecciones del 5 de noviembre.

Sin duda, esta medida le ayudará a Biden con los votantes latinos y marca una enorme diferencia con el expresidente Donald Trump. “Las acciones de Biden van a promover más cruces de inmigrantes indocumentados en la frontera”, dijo la campaña del candidato presidencial republicano. “La orden ejecutiva de Biden perjudicará a los estadounidenses que están buscando trabajo”.

Los contrastes están claros: Biden legaliza a medio millón de indocumentados mientras que Trump amenaza con realizar “la más grande campaña de deportaciones” si regresa a la Casa Blanca. Gane quien gane, ya sabemos a qué atenernos.

Sin embargo, Trump y Biden comparten su misma obsesión por lo que está pasando en la frontera. En ese punto, los dos son igualitos. Les aterra darse cuenta que han perdido el control de la frontera con México y que el flujo de millones provenientes de Centro y Sudamérica los ha desbordado. Ni Trump ni Biden han podido detener el paso de indocumentados…ni podrán. La frontera es porosa por naturaleza. Lo normal en todo el mundo es que los más pobres y perseguidos emigren a lugares más ricos y seguros. Y nada puede parar a un padre que huye de la pobreza extrema o a una madre que quiere proteger a sus hijas de la violencia.

Trump intentó cerrar la frontera dos veces: primero, durante la pandemia, y luego cuando le impuso a su vecino el programa “Quédate en México”. En la práctica eso expulsó a México a millones de migrantes que no quería Estados Unidos. Y Biden tampoco se queda atrás. Hace dos semanas anunció que cerraría temporalmente la frontera a solicitantes de asilo si, en promedio, cruzaban más de 2 mil 500 migrantes por día.

Mientras que el perfil de Trump es claramente en contra de los inmigrantes indocumentados, el de Biden es mixto y más difícil de leer. Por una parte propone cerrar la frontera a personas que están huyendo de la violencia y los abusos de autoridad en América Latina y, por la otra, protege a medio millón de personas que ya llevan más de una década viviendo en Estados Unidos.

A pesar de las diferencias entre Biden y Trump, Estados Unidos está viviendo un momento antiinmigrante. En ambos partidos existe una clara resistencia a procesar y aceptar a todos los recién llegados. La narrativa entre demócratas y republicanos muchas veces suena igual: Estados Unidos, dicen, no puede recibir a todos los inmigrantes que quieran venir del resto del mundo.

Y sin embargo, la economía estadounidense ha absorbido perfectamente a los millones que han entrado caminando por la frontera en los últimos años. El desempleo está en apenas un cuatro por ciento y el mes pasado se crearon 272 mil nuevos puestos de trabajos. ¿Cuál crisis?

En esta época electoral en que todos quieren enamorar el voto hispano -son tiempos de promesas- es preciso empujar por mayores protecciones para los Dreamers y para los millones que viven con miedo y en las sombras. Al final de cuentas, Biden solo logró ayudar a una vigésima parte de los inmigrantes que se propuso legalizar en su primer día como presidente. Gracias, pero…

 

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