Opinión: En México “Nos están matando a todos”

A los 149 periodistas asesinados en México desde el 2000.

La sangre todavía estaba chorreada en el piso. No les había dado tiempo de limpiarla cuando tomaron la fotografía del lugar donde fue asesinado el reportero Roberto Toledo. Los primeros reportes indican que tres individuos le dispararon a quemarropa en la cochera de su oficina en Zitácuaro, Michoacán, junto a una camioneta blanca. “Le dispararon de manera ruin”, aseguró el director del portal Monitor Michoacán, donde Roberto trabajaba. Fue el cuarto periodista asesinado en México el pasado mes de enero.

Ya es febrero y la vida sigue como si nada en México.

Pero esa es solo la careta, la imagen que el presidente Andrés Manuel López Obrador nos quiere vender cada día de la semana. La realidad es que nos faltan 29 periodistas que han sido asesinados desde que él llegó al poder en diciembre del 2018. Y de seguir así pronto se convertirá en el gobierno más letal para la prensa nacional, superando los 47 asesinatos a periodistas que ocurrieron en cada uno de los sexenios de Enrique Peña Nieto y Felipe Calderón, según el conteo de la organización Artículo 19.

La vergonzosa incapacidad del gobierno de López Obrador para proteger a los periodistas quedó al descubierto con la muerte de Lourdes Maldonado en Tijuana. Ella personalmente le había pedido protección al presidente en el 2019. “Temo por mi vida”, le dijo. Y aún así la mataron. El desafío a la figura presidencial es patente. Si el presidente no te puede proteger en México ¿quién lo va a hacer? La respuesta es: nadie.

Tras la muerte de Lourdes el presidente cayó en la misma muletilla. Dijo que “el compromiso del gobierno que represento es que no haya impunidad; que se investigue y se encuentre a los culpables”. Pero ¿quién le puede creer en esas palabras del presidente en un país donde el 93 por ciento de los crímenes cometidos contra comunicadores quedan impunes o ni siquiera se investigan?

México -junto a la India- fue declarado el país más peligroso para la prensa en el 2021, de acuerdo con el Comité para la Protección de los Periodistas. Por supuesto, criticar desde fuera es muy fácil.

Así que hablé con Netzahualcóyotl Cordero, el periodista de CG Noticias que esta semana se salvó milagrosamente de ser asesinado en Cancún. El atacante le apuntó a la cabeza y le dijo que lo iba a “matar como un perro”. Pero se le trabó la pistola al momento de disparar y Netzahualcóyotl y sus vecinos lograron detener al atacante. El casi fatal ataque ocurrió a pesar de que Netzahualcóyotl tenía protección del gobierno federal. El cree que las frecuentes críticas de López Obrador a los periodistas los hacen más vulnerables a otro tipo de ataques, como el que él sufrió. Netzahuacóyotl, por el momento, está a salvo y en otro lugar.

Claudia Ramos -jefa de análisis de Animal Político, un sitio muy respetado por su independencia periodística- coincide. “Los hechos desmienten (al presidente)”, me dijo. “En este país se siguen matando periodistas, básicamente, porque no se hace nada para investigar (los crímenes) pero, sobre todo, para impedir que se siga matando”. Al final, me dijo una frase durísima, que refleja la grave situación que vive México: “No solo matan periodistas; nos están matando a todos”.

Los asesinatos -de periodistas y no periodistas- son tan comunes en México que se ha perdido el sentido de urgencia. El presidente Andrés Manuel López Obrador insiste en su mañanera que su política de “abrazos no balazos” está funcionando. “Ahí vamos”, dijo sobre los homicidios dolosos en una conferencia de prensa a principios de año. Pero la verdad es que no vamos a ningún lado con los datos de muertos.

Desde que López Obrador tomó posesión en diciembre del 2018 han asesinado a 105 mil 445 mexicanos, según cifras oficiales del propio gobierno. Si nada cambia, este mismo año el gobierno de AMLO se convertirá en el más violento de México en este siglo, superando las ya terribles cifras de los sexenios de Enrique Peña Nieto y Felipe Calderón.

Pero lo peor de todo es que López Obrador no lo quiere ver. No corrige su estrategia. Cree, equivocadamente, que reunirse todos los días a las seis de la mañana con su gabinete de seguridad es suficiente. Y no entiende que no se trata de reunirse sino de dar resultados. Sí, las cifras de homicidios dolosos se han estabilizado pero a los niveles más altos de la historia reciente. Es como decir que un incendio está controlado cuando quema más fuerte.

López Obrador es el presidente de los otros datos. Es el mandatario de un México imaginario que solo existe en sus palabras y en sus largas conferencias de prensa. AMLO vive en la burbuja de Palacio Nacional. Ahí ¿quién le dice que no?

Alguna vez López Obrador estuvo de nuestro mismo lado, contra los abusos del poder, criticando al presidente en turno. Pero ya se movió. Ha olvidado totalmente su visión crítica de la realidad y pinta todas las mañanas un país que solo existe en su cabeza. Cuando él dice que ya no hay corrupción, ni impunidad ¿de verdad piensa que los mexicanos le van a creer? Basta darse una vuelta por las calles de Tijuana, Zitácuaro o Cancún para constatar que no es cierto.

Mientras tanto, a los periodistas nos toca seguir reportando, tercamente, la realidad. No como el presidente quisiera que fuera. Y solo por eso -por decir la verdad- tantos han muerto en México. Lo que pocos saben es que, donde ellos dejaron la nota, otros la van a seguir. Es una especie de pacto de honor con los que se fueron. Eso es lo que hacen los verdaderos reporteros.

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