Opinión: El mito del muro perfecto

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Por Jorge RAMOS

No es posible. Por más que quieran es, literalmente, imposible sellar la frontera entre México y Estados Unidos.

Se puede detener temporalmente, retrasar, complicar u obstaculizar el paso de inmigrantes y de drogas del sur al norte. Pero nunca totalmente. Esa es la realidad. Aunque le duela a los políticos que prometen mentiras.

​Si por un acto de magia -o una de esas negociaciones en cuartos oscuros- el presidente Donald Trump consiguiera esos 5 mil 700 millones de dólares para construir su muro, de muy poco serviría. Solo podría construir un nuevo muro en 234 millas. ¿Y qué haría con el resto de la frontera donde no hay muro? Los que se creen el mito de que el muro de Trump detendría casi totalmente la entrada ilegal de drogas y personas, no han hecho bien las sumas y las restas.

​(Curso rápido de aritmética fronteriza. La línea que divide a México de Estados Unidos mide mil 954 millas. Actualmente ya hay muros y rejas en 700 millas. Es decir, quedan mil 254 millas sin ninguna barrera física. Incluso si Trump pudiera construir su nuevo muro, quedarían más de mil millas sin nada. Fin de curso.)

Trump no le quiere decir la verdad a sus seguidores. Y la verdad es que su muro no tendría ningún beneficio.

​Si algo tienen los inmigrantes es mucha imaginación. Así que cuando ven un muro, se van por un lado. O lo brincan. O trepan con una escalera. O cavan un túnel. O se vienen en avión con visa y luego se quedan. Los muros no sirven.

​Pero Trump dice que sí. Y cita, como ejemplo, las 440 millas de muro que separan a Israel de los territorios palestinos. Bueno, eso -más que un muro- es un sistema de seguridad militar con alta tecnología, sensores y soldados. Israel y los palestinos están en conflicto. Estados Unidos y México no; y no hay ningún plan actualmente para militarizar su frontera. O sea que estamos hablando de dos cosas totalmente diferentes.

​Además, no hay ninguna crisis en la frontera México-Estados Unidos que amerite más muro o más soldados. Los arrestos de inmigrantes tratando de cruzar ilegalmente hacia Estados Unidos en el 2017 fueron los más bajos desde 1971. El número de indocumentados dentro del país no ha subido en una década y no hay una amenaza a la seguridad nacional (como los actos terroristas del 9/11). Varios estudios concluyen que los inmigrantes cometen menos crímenes que los ciudadanos estadounidenses.

​Cuando le dices a la gente de Trump que no hay una crisis en la frontera, se enojan e inmediatamente te citan la enorme cantidad de drogas que entran a Estados Unidos. Es cierto. Estados Unidos -con más de 28 millones de personas usando drogas- es el principal mercado de narcóticos del mundo. Pero la gran mayoría de la heroína, cocaína y metanfetaminas que entra al país lo hace en vehículos por aduanas y puertos legales de entrada, como reportó recientemente The New York Times.

​En algún momento dado tendremos que reconocer que la frontera entre México y Estados Unidos es un invento. Fue demarcada en 1848 después de una desigual guerra en la que México perdió la mitad de su territorio. No es casualidad que ciudades como Los Angeles, San Antonio y San Francisco lleven esos nombres. Mucha gente -se ha dicho mil veces- no cruzó la frontera sino que la frontera los cruzó a ellos. Y esa relación fraternal y comercial entre los dos lados continúa hasta nuestros días, aunque les pongan púas, rejas y cemento de por medio. Basta ver, por ejemplo, la hermandad entre El Paso y Ciudad Juárez.

​Sí, todos los países tienen el derecho a marcar y proteger sus fronteras. Pero hay países, como México y Estados Unidos, cuyas historias, costumbres y tradiciones están tan entrelazadas que no hay manera, legal o práctica, de separarlos con un muro. Hay políticos que tratarán, como Trump. Aunque están condenados al fracaso.

La frontera nació chueca y seguirá torcida.

 

Posdata. El gobierno de México, argumentando principios de política exterior, sigue reconociendo a la dictadura de Nicolás Maduro, responsable de asesinatos, censura y de tener prisioneros políticos. Sin embargo, el artículo 89, fracción X, de la Constitución mexicana dice, en parte, que uno de los principios es “el respeto, la protección y promoción de los derechos humanos.” ¿Entonces?

 

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