Por Jorge RAMOS
Gane quien gane la próxima elección presidencial en Estados Unidos, los perdedores serán los inmigrantes. Hay un ambiente antiinmigrante como nunca lo había visto en mis cuatro décadas en el país. Y sea Kamala Harris o Donald Trump quien gane la Casa Blanca el martes 5 de noviembre, habrá más controles en la frontera con México, nuevas restricciones para vivir aquí legalmente y mucho miedo.
Este no es el Estados Unidos que ofrecía en la estatua de la libertad que le trajeran a los más vulnerables, a los pobres y a las masas que buscan un lugar seguro. Este es el Estados Unidos de Donald Trump y de sus ataques e insultos contra los extranjeros. Desde que bajó esas escaleras doradas en el 2015 y anunció su primera candidatura presidencial, Trump ha normalizado lo que antes era impensable: desde llamar “criminales”, “violadores” o “animales” a los inmigrantes hasta separar a miles de niños de sus padres tan pronto cruzaran la frontera.
El partido demócrata perdió el debate migratorio ante Trump y el partido republicano. Desde 1986 los demócratas han argumentado que una reforma migratoria era necesaria para legalizar a unos 10 millones de indocumentados. Pero los republicanos no se quisieron mover hasta que la frontera se sellara. Y eso es imposible. Esa frontera, creada en 1848, es porosa y llena de huecos y veredas. Esa es su naturaleza y su historia, la pintaron con un lápiz.
Y así, en ese tira y afloje, estuvimos hasta que se apareció Trump y dijo que quería ser presidente. Entonces prometió un gran muro que pagaría México en las casi dos mil millas de frontera. Ni México lo pagó ni construyó un gran muro. Pero Trump empujó la falsa idea de que los inmigrantes eran los responsables de los principales problemas del país, desde la falta de trabajos hasta el crimen.
Ahora, que busca por tercera vez la presidencia, Trump ha prometido la mayor campaña de deportaciones en la historia de Estados Unidos y contratar a 10 mil nuevos agentes para patrullar la frontera con México. Además, ha estigmatizado a los inmigrantes diciendo que comen perros y gatos, y los ha culpado del aumento de la criminalidad (ambas cosas falsas). Si Trump gana, la vida será mucho más difícil para los extranjeros en este país y para los que quieran entrar.
Pero si Kamala gana, tampoco será fácil. El reporte de una comisión de la cámara de representantes, controlada por los republicanos, asegura que más de ocho millones de inmigrantes han entrado ilegalmente al país durante la presidencia de Joe Biden. Cierto o no, Kamala Harris sabe que ese es su punto débil en la campaña y ha endurecido su posición respecto a los inmigrantes. En los últimos meses, el gobierno de Biden y Harris ha limitado enormemente el derecho al asilo y, así, ha reducido el número de cruces ilegales.
Ahora ella dice constantemente en la campaña que hay que retomar el control de la frontera sur y apoya un plan bipartidista que utilizaría 650 millones de dólares para construir un muro con México. Anteriormente, ella siempre se había opuesto a la construcción de un muro, al que llamaba “estúpido” e “inútil”.
Mientras todo esto ocurre, miles de inmigrantes ya vienen llegando. Tras el fraude electoral en Venezuela, se ha incrementado el número de personas que cruzan la selva del Darién de Colombia hacia Panamá. Y como reportó recientemente desde ahí el corresponsal de Univision, Pedro Ultreras, su intención es llegar a Estados Unidos antes del 20 de enero del 2025, cuando tomará posesión Trump o Harris.
También, hace unos días, salió una nueva caravana desde Tapachula, Chiapas, con destino a Estados Unidos. El reporte de CNN asegura que incluía a “niños que eran cargados o empujados en carriolas”. ¿Quién hace algo así? ¿Quién cruza caminando medio continente con sus hijos a cuestas? Gente muy desesperada que ve en el norte la única oportunidad de una vida mejor. ¿Quién se atreve a decirle a los venezolanos o a los cubanos que no vengan a Estados Unidos y que se queden en una brutal dictadura, sometidos a la pobreza y a la represión? ¿Quién?
Gane quien gane la elección en Estados Unidos, las cosas van a empeorar para los recién llegados. Los inmigrantes son el enemigo perfecto en esta campaña electoral. Son muy vulnerables, lo dejaron todo en su país de origen y no se pueden defender de los ataques injustificados de los políticos que solo quieren ganar votos.
Pero van a seguir llegando. El flujo normal de la migración es que la gente más golpeada por la violencia, la pobreza y la falta de oportunidades se va a los países que les ofrecen seguridad, empleo y una vida digna. Y en nuestro continente ese flujo es de sur a norte. El cálculo es sencillo: ¿me quedo en un país gobernado por Nicolás Maduro o por Miguel Díaz-Canel, o mejor me la juego (con todo y mi familia) y me voy a donde gobierne Kamala Harris o Donald Trump?
La respuesta ya está en las huellas de los caminantes de la selva del Darién y en las carreteras del sur de México.