Opinión: El “Gran error”

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Por Jorge RAMOS

Los demócratas no van a ganar el voto latino prometiendo más deportaciones y, aunque les duela, tienen que alejarse del legado del expresidente Barack Obama.

El desafío de los candidatos presidenciales es ganarle a Donald Trump. Y para eso necesitan los votos y la confianza de los latinos.

​Ahora que los candidatos del Partido Demócrata le están haciendo todo tipo de promesas a los latinos, es preciso asegurarse que se comprometan a no deportar a millones de inmigrantes, como lo hicieron los últimos expresidentes.

​El mandatario Barack Obama fue llamado el “Deportador en Jefe” por Janet Murguía, presidenta de UnidosUS (antes el Consejo Nacional de la Raza). Ese calificativo siempre molestó al presidente y hoy, todavía, sigue incomodando a sus colaboradores. Pero le llamaban así debido a que Obama, en sus dos períodos de gobierno, deportó a más de tres millones de indocumentados, según cifras del Departamento de Seguridad Interna que se remontan a 1892.

​En una reciente entrevista en Las Vegas, le pregunté al candidato presidencial Joe Biden -y quien fuera vicepresidente en el gobierno de Obama- si estaba dispuesto a disculparse por tantas deportaciones y decir que esa política estuvo equivocada. “Creo que fue un gran error”, reconoció públicamente por primera vez. “Tomó mucho tiempo en hacer lo correcto”.

​Pero luego Biden me sorprendió al decir que “hubo más personas deportadas durante los gobiernos de George W. Bush y de Bill Clinton”. Le dije, por supuesto, que revisaría los datos y al finalizar la entrevista sus colaboradores me hicieron llegar el documento en que se basó el ex vicepresidente para decir eso.

​El tema es importante porque Barack Obama preferiría ser recordado entre los latinos por DACA -que ha ayudado a más de 800 mil Dreamers o estudiantes indocumentados- que por haber sido el “Deportador en Jefe”. Y Biden, quien defiende el legado de Obama, tampoco quiere que lo responsabilicen por una política que, en la práctica, separó a muchas familias. Eso no da votos entre los hispanos.

​El asunto de los números es complejo. Obama deportó formalmente a más inmigrantes que cualquier otro presidente. Esto se basa en la categoría de removals, como se le dice en inglés, o inmigrantes que fueron sacados del país por la decisión de una corte o por un proceso legal. Pero si a esas cifras le sumamos la categoría de los returns o personas que fueron detenidas poco después de cruzar la frontera y regresadas en días o semanas a México sin un proceso judicial, entonces la cosa cambia. Con esas matemáticas -sumando removals y returns- Bill Clinton y George W. Bush sacaron a más personas del país -12 y 10 millones respectivamente- que las 5 millones que en total salieron durante el gobierno de Obama.

​Pero quién ha sido el mayor deportador no es el asunto central. El problema sigue siendo que Obama expulsó a millones de inmigrantes que ya se habían establecido en Estados Unidos y que, en su mayoría, no tenían un record criminal. Hasta el mismo Biden lo acepta. “Fueron demasiados”, me dijo. “Aunque haya sido más que nunca o no, fue un error”.

​Todo este debate, por supuesto, es inútil si Donald Trump gana la reelección. El actual presidente ha deportado a menos personas que Barack Obama. Pero tiene una clara política antiinmigrante -le ha llamado criminales y “violadores” a inmigrantes mexicanos- y su estrategia se ha centrado en evitar que entren nuevos inmigrantes.

​Cualquiera que gane la Casa Blanca este año debe rechazar una política migratoria basada en las deportaciones, en las prohibiciones de entrada a ciudadanos de ciertos países y en el miedo. 

La mayoría de los latinos favorece la legalización de millones de indocumentados. Y los grupos más progresistas, como United We Dream (la mayor organización de Dreamers en el país), están presionando a los candidatos presidenciales demócratas para que se comprometan a suspender las deportaciones de personas sin historial delictivo. Lo que hicieron Clinton, Bush y Obama no debe volver a ocurrir.

 

Es un buen primer paso que el ex vicepresidente Biden haya reconocido que esas deportaciones fueron un “gran error”. Lo importante ahora es no repetirlo.

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