Opinión: Cómo sacar al tirano... Por fin, una salida en Venezuela

Por fin, después de tantos años de la brutal y criminal dictadura de Nicolás Maduro, hay una posible salida para la democracia en Venezuela. ¿Cuál es? Elecciones libres y supervisadas internacionalmente en el 2024. Pero es un camino minado.

Desde que Maduro llegó al poder por dedazo, tras la muerte del golpista, autoritario y todopoderoso Hugo Chávez en marzo del 2013, miles de opositores han sido asesinados, torturados y encarcelados. Se trata de “crímenes contra la humanidad”, según un reporte del año pasado de Naciones Unidas. “Maduro, apoyado por otras autoridades, es el principal arquitecto del diseño, implementación y mantenimiento de una maquinaria con el propósito de reprimir a sus opositores”, concluye el informe especial.

La oposición ha hecho todo lo posible para acabar con la dictadura de Maduro -desde marchas multitudinarias y protestas durante años hasta buscar sanciones internacionales y la creación de un gobierno alternativo- pero nada ha funcionado. La razón es sencilla: el régimen, con el control absoluto del ejército y los organismos de seguridad, ha reprimido con inusual violencia cualquier intento de rebelión. Tumbar a la dictadura por la fuerza, con el apoyo de militares disidentes, dejó de ser una opción. El sacrificio de miles de familias venezolanas ha sido supremo y ya no pueden arriesgar más vidas.

Así que, al final, fue la valiente presión de la oposición política dentro de Venezuela y las sanciones internacionales las que doblaron a Maduro y lo obligaron a enviar a sus representantes a una mesa de negociaciones en la ciudad de México. Ahí, hace unos días, negociadores de la dictadura y de la oposición –bajo la llamada Plataforma Unitaria Democrática- se pusieron de acuerdo para levantar sanciones y liberar 3 mil millones de dólares del estado venezolano que estaban bloqueados en los mercados internacionales. Ese dinero será usado para programas sociales en Venezuela, uno de los países peor administrados del mundo y con la más alta inflación.

Poco después, Estados Unidos autorizó a la empresa petrolera Chevron a volver a operar en Venezuela. El mejoramiento de la situación económica en Venezuela, y la eventual llegada de un sistema democrático, conviene a Estados Unidos, que es el principal destino de los más de siete millones de refugiados venezolanos en el planeta. Además de la reapertura del mercado estadounidense al petróleo venezolano, Estados Unidos intercambió en octubre a dos sobrinos de la esposa de Maduro, Celia Flores -acusados de narcotráfico- por siete estadounidenses encarcelados en Venezuela.

Todo esto tuvo que pasar para que se abriera la posibilidad de sacar a Maduro a través de unas elecciones en el 2024. “Esa es nuestra exigencia”, me dijo en una entrevista el presidente encargado de Venezuela, Juan Guaidó, quien asegura ser reconocido como el líder legítimo de la nación por “decenas” de países (incluyendo Estados Unidos). “No estamos mendigando. No estamos pidiendo un favor. Estamos luchando por unos derechos. Sabemos que estamos en una dictadura”.

El modelo a seguir en Venezuela es el que ocurrió en 1990 en Nicaragua -cuando los sandinistas perdieron las elecciones frente a una coalición liderada por Violeta Barrios de Chamorro- o en Chile en 1988 -con un plebiscito que sacó del poder al dictador Augusto Pinochet.

Los venezolanos podrían sacar con votos a Maduro del palacio de Miraflores. Pero no se le puede permitir a su gobierno organizar las elecciones ni contar los votos. Eso ya pasó en las elecciones del 2013 y el 2018, ambas marcadas por acusaciones de fraude. Por lo tanto, es necesario que las elecciones presidenciales del 2024 sean supervisadas por organismos internacionales. Y aún así sería muy difícil prevenir que la dictadura usara recursos públicos para impulsar la reelección de Maduro. No es una solución perfecta, está llena de peligros y engaños, pero es el único rayo de esperanza que se cuela en la oscura y longeva tiranía bolivariana.

Maduro, quien está muy vulnerable por la crisis economica y la fuga de millones de migrantes que enfrenta su país tras la pandemia, dijo hace poco que sí aceptaría realizar elecciones, pero con condiciones. “¿Elecciones libres quieren? ¿Justas y transparentes?” se preguntó hace poco el dictador. Y esta fue su respuesta: “Elecciones libres de sanciones, libres de medidas coercitivas unilaterales; que las quiten todas”.

Es obvio que las sanciones internacionales han golpeado al régimen venezolano y lo han empujado a la mesa de negociaciones. Este es el momento que la oposición ha esperado por casi dos décadas. Pero todas las facciones tienen que unirse y lanzar a un candidato presidencial único. Para eso la Plataforma Unitaria Democrática planea unas elecciones primarias en el 2023.

¿Podría Juan Guaidó ser ese candidato único de la oposición? “La unidad hoy en Venezuela está por encima de cualquier aspiración personal”, me dijo antes de mostrarme una cartulina con los días -398- que según su conteo al momento de la entrevista le quedaban a Maduro en el poder. Todos los días la actualiza. “Mi deber es lograr una elección libre”.

Ya veremos quién será ese candidato. Pero, por ahora, lo importante es que existe una posible, aunque lejana, salida democrática en Venezuela. Sí, suena casi imposible. Pero todos los tiranos caen y Maduro también caerá.

¿A alguien se le ocurre otra idea?

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