Opinión: 2022...

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Por Jorge RAMOS

Este año (2020) está prácticamente descartado. Y el 2021 será el año de la transición a la nueva normalidad. Por eso el 2022 suena mucho más realista para rehacer nuestras vidas; tocar, besar y abrazar sin miedo.

Antes de que caigas en la depresión, no podemos olvidar que esta semana recibimos la noticia más esperanzadora desde que comenzó la pandemia. La farmacéutica Moderna informó que su vacuna experimental contra el coronavirus tuvo buenos resultados en ocho personas. La vacuna parece segura y provocó inmunidad frente a la infección. Una segunda fase con 600 personas empezará pronto y en julio lo harán con miles. Si todo sale bien, según la compañía, podrían tener una vacuna para uso masivo a finales de este año o a principios del otro.

Si todo sale bien…

Esos tiempos coinciden con los planes del presidente Donald Trump, quien acaba de presentar en la Casa Blanca a un equipo especial encargado de encontrar pronto una vacuna. Pronto, para el presidente, es enero del 2021. “Estamos buscando una vacuna para cualquier que la quiera”, dijo Trump confirmando la fecha.

El problema es que producir una buena vacuna, segura y eficaz, suele tomar mucho más tiempo. Antes del anuncio de Moderna, hablé con dos expertos en vacunación.

”Desde que empieza un ensayo clínico hasta que se sabe que una vacuna realmente funciona, y no causa efectos adversos, se tarda al menos un año”, me dijo el doctor Adolfo García Sastre, profesor de la escuela de medicina del hospital Monte Sinaí en Nueva York y uno de los principales especialistas de influenza en el mundo. “No se puede acelerar mucho porque hay que estar seguros que la vacuna realmente funciona. La única manera de hacer eso es seguir a las personas que han sido vacunadas y estar seguros que han sido protegidas contra una infección. Y eso tarda tiempo”.

 Mucho tiempo. Más del que quisiéramos escuchar.

”Si todo va bien, vamos a tener una vacuna para utilizar en salud pública en 18 meses”, me dijo el doctor Carlos del Río de la escuela de medicina de la universidad Emory, y quien se ha destacado por su lucha contra el SIDA y el desarrollo de vacunas. “Desafortunadamente la investigación clínica es lenta. Pero hay que hacerlo de esa manera. Tampoco quiere uno una vacuna que no sirva o que pueda causar muerte y daños”.

Producir una vacuna y distribuir una o dos dosis para los casi ocho mil millones de habitantes del planeta es una tarea gigantesca. Y más si se trata de hacerlo en menos de un año. Muchos, por razones geográficas y económicas, no podrán recibir la vacuna. Y muchos más no se la querrán poner por cuestiones personales, religiosas o ideológicas. Esto nos dejaría, inevitablemente, un mundo semivacunado y expuesto a brotes recurrentes de coronavirus en las temporadas de más frío. “La única arma contra un resurgimiento (del coronavirus) es una vacuna”, le dijo el doctor Anthony Fauci, uno de los principales asesores de salud de la Casa Blanca, a The New York Times.

Por eso, incuestionablemente hasta el año 2022 podríamos tener el mundo de vuelta.

”La solución final -una que realmente nos permitiría ser normales y sentirnos bien al sentarnos en un estadio lleno de gente- es crear una vacuna”, dijo el inventor y fundador de Microsoft, Bill Gates, en una entrevista con Trevor Noah. “Y no solo para cuidar nuestro país (Estados Unidos) sino para llevar la vacuna a toda la población del mundo y crear una vasta inmunidad”.

Todavía estamos muy lejos de ese escenario. En estos días millones en todo el mundo estamos regresando a la calle, a las oficinas, a las puertas de las tiendas, a cortarnos el pelo y a considerar, desde lejitos, si nos metemos o no a un restaurante. Lo estamos haciendo con mucho cuidado y con miedo. Con cubrebocas y midiendo mentalmente esos seis pies o dos metros que nos deberían mantener seguros. No es, definitivamente, la vida que hubiéramos querido después de semanas o meses de encierro. Sabe a poco.

¿Cuándo se va a terminar todo esto? es la pregunta que más escucho. Lo único que sé es que esto va pa’largo. Sin vacuna o un tratamiento disponible, nuestras vidas van a seguir a la espera. ¿Normalidad y abrazos? 

 

El 2022 parece el pronóstico más realista. Como sabiamente dijo el doctor Fauci: “Tú no marcas los tiempos; es el virus quien lo hace”.

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