Por Jorge RAMOS
Andrés Manuel López Obrador fracasó estrepitosamente en su principal responsabilidad como presidente de México: proteger la vida de los mexicanos. Se va, sin duda, como un mandatario muy popular y que, al acumular un enorme poder para él y su partido MORENA, debilitó a la joven democracia mexicana. Pero miles de familias lo recordarán por su incapacidad para controlar la violencia en el país y por la pérdida de sus seres queridos.
Desde el principio de su sexenio me dediqué a la tarea de contar los homicidios dolosos durante su gobierno. Se trataba de comparar la efectividad de su estrategia de “abrazos, no balazos” frente a la “guerra contra los narcos” de los gobiernos anteriores. Y el primer problema periodístico que encontré es que la metodología para contar los asesinatos durante los sexenios del priista Enrique Peña Nieto y el panista Felipe Calderón era diferente a la del gobierno actual.
Con distintas fuentes encontré que con Calderón hubo 121,683 muertos y con Peña Nieto 124,478. Desde luego, existe la posibilidad de que esos gobiernos hubieran ocultado o maquillado el número total de asesinatos. Pero, al menos, ya tenía algo con que comparar la estrategia de AMLO basada en atacar algunas de las causas de la violencia: pobreza, falta de empleo y oportunidades. “La paz es fruto de la justicia”, decía López Obrador.
Del lado del gobierno, para que el presidente y su gabinete de seguridad no pusieran en duda mis cifras, siempre me basé en los datos oficiales del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública. Sus números suelen ser menores que los del INEGI y de otros conteos extraoficiales. Sin embargo, son públicos y son los que reconoce el gobierno actual.
Lo que nunca me esperé es que el presidente pusiera en duda las cifras de su propio gobierno. Es que “tengo otros datos”, me dijo en varias de las cinco veces que lo confronté en la mañanera. Su argumento era que había una tendencia a la baja en el número de muertos. Y era cierto. En el 2019 hubo 34,723 asesinatos y en el 2023 habían bajado a 29,710. Aun así se trataba de una matanza de proporciones gigantescas; una verdadera tragedia a nivel nacional.
Pero AMLO no lo veía así. O, por lo menos, lo trataba de pintar de otra manera. A principios de este año regresé a la mañanera y, armado con datos oficiales, le dije que México “era un país muy violento”. No cedió. “Es un país pacífico, fíjate”.
Y me fijé. El año pasado México tuvo muchos más asesinatos (29,710) que Estados Unidos (18,854), de acuerdo con el Gun Violence Archive. Y eso que Estados Unidos tiene una población dos veces y medio más grande que la de México.
A pesar de que nunca estuvimos de acuerdo en este, el tema central de su presidencia, siempre se me permitió preguntar con absoluta libertad en sus conferencias de prensa matutinas. Pero cuando yo no estaba, el presidente me atacó en varias ocasiones con datos falsos sobre mi supuesto salario y absurdas teorías conspirativas. AMLO nunca entendió el papel del periodismo independiente, ni que criticamos de igual manera a sus predecesores, ni lo peligroso que es ser reportero en México. Durante su gobierno asesinaron a 47 periodistas, según la organización Artículo 19, una cifra idéntica que en el sexenio de Peña Nieto.
La misma persona que en el 2010 dijo que “no es con el ejército que se pueden resolver los problemas de inseguridad”, militarizó a México, les asignó a los soldados funciones civiles que no les corresponden e incorporó, con trucos, a decenas de miles de miembros de la recién creada Guardia Nacional al control castrense. La gran ironía es que esta militarización, lejos de tener resultados positivos en la pacificación del país, trajo muchas más muertes que en otros sexenios. En el de López Obrador hubo al menos 5,446 feminicidios y aún hay decenas de miles de casos de desaparecidos sin resolver.
AMLO será recordado como el presidente de los asesinatos y la violencia.
Desde la revolución y la guerra cristera, México nunca había tenido un gobierno con tantos asesinatos, tanta violencia y tantas regiones del país en manos de criminales y narcotraficantes. Basta ver lo que está ocurriendo en Sinaloa y en Oaxaca. Es tierra de nadie y ni el gobierno se atreve a meter mano.
Es frecuente escuchar a los seguidores del presidente que “es un honor estar con Obrador”. Pero no podemos olvidar que estamos frente al hombre que presidió la era de mayor violencia en la historia moderna de México.
Desde el día que AMLO tomó posesión como presidente el primero de diciembre del 2018 hasta el 31 de agosto del 2024 han sido asesinados 186,380 mexicanos (más los que faltan por contar en septiembre).
Estos son los datos. No hay otros. Y hay que seguir contando para que México sea otro.