Por Jorge Ramos
Gerardo, el papá de Yolanda Martínez, me contaba que todas las mañanas le llamaba a su celular para ver si contestaba. Pero el mensaje a su hija se iba directo al buzón. Así lo hizo por un mes. Luego, el dolor era tan fuerte que dejó de hacerlo.
Yolanda, de 26 años de edad, fue encontrada muerta tres días después de nuestra conversación. La Fiscalía del estado de Nuevo León identificó su cadáver a unos 30 kilómetros del lugar donde había desaparecido el 31 de marzo. Llevaba la misma ropa y fue encontrada entre unos matorrales.
Esa no era la noticia que esperaba su papá cuando habló conmigo. Él estaba desesperado con el lento paso de la búsqueda de su hija por parte de las autoridades estatales y estaba buscando una mayor presencia mediática para encontrar a Yolanda. “Lo que voy a hacer es mi búsqueda, por mi propia cuenta”, me dijo desde su casa. “Creo que es la única manera en que se puede encontrar a muchas de las mujeres que han desaparecido en México; con una campaña viral. Si no se hace así, hay muy pocas posibilidades”.
Gerardo Martínez está acostumbrado a llevar cargas pesadas. Veintidós de sus 49 años los ha trabajado en un mercado de abastos en la zona metropolitana de Monterrey. Es un padre soltero. Y no descansó hasta encontrar a su hija. Pero esto fue demasiado. La búsqueda casi le cuesta la vida. Un día antes que encontraran a su hija terminó internado en un hospital por falta de sueño y presión alta.
México es un país de muertos y desaparecidos.
Más de 100 mil personas han sido registradas como desaparecidas en el país, según la Comisión Nacional de Búsqueda. Y en un macabro ejemplo de lo mal que están las cosas en México, más de100 personas desaparecieron en el país durante los nueve días en que miembros del Comité de la ONU contra las Desapariciones Forzadas visitaron el país. “Las víctimas son personas, no números”, concluyó el informe en que se pide al gobierno de Andrés Manuel López Obrador una política efectiva para detener estas desapariciones.
Debanhi Escobar no fue un número.
Su caso se convirtió en un símbolo de lo que viven miles de mexicanas. Contrario a lo que sugirieron originalmente las autoridades, Debanhi, de 18 años de edad, no murió por un accidente en el peligroso estado de Nuevo León. La mataron luego de violarla. “Se trata de una muerte violenta homicida” concluyó la segunda autopsia, solicitada por su familia, ante las serias dudas sobre las conclusiones oficiales de la primera. El País de España reportó que el cadáver tenía “huellas de una relación sexual violenta”.
Los feminicidios -definidos como los asesinatos de mujeres solo por ser mujeres- han ido en aumento durante el gobierno de López Obrador. En el 2019 fueron asesinadas 973 mujeres, en el 2020 la cifra subió a 977 y en el 2021 alcanzó los mil 015, de acuerdo con datos oficiales. Los números reales, seguramente, son muy superiores. Y la mayoría de estos asesinatos quedan en la impunidad.
El gobierno de López Obrador, al igual que el de los dos que le precedieron, ha demostrado una preocupante incapacidad para proteger la vida de los mexicanos. Esa es la gran falla de su mandato.
Mientras investigaba los datos para esta columna, fueron asesinadas en Veracruz dos periodistas en México, Yessenia Mollinedo y Sheila García. Con ellas ya son 11 los reporteros asesinados en México en lo que va de este año. La fiscal de Veracruz aseguró que “no habrá impunidad y que se agotarán todas las líneas de investigación”. Hasta el momento hay un detenido. México es uno de los países del mundo más peligrosos para el periodismo independiente. Solo en la guerra en Ucrania han muerto más periodistas este año.
Con los asesinatos de tantos periodistas y tantas mujeres es difícil entender cómo este asunto no se ha convertido en el principal punto de crítica a la presidencia de AMLO. La respuesta pudiera estar en la estrategia de medios del presidente mexicano, quien tiene una larguísima conferencia de prensa diaria en la que suele imponer la agenda a medios y al resto del país.
A pesar de las decenas de miles de homicidios en México, López Obrador sigue siendo un presidente muy popular: dos de cada tres mexicanos lo apoyan, según una encuesta. Una posible explicación es que muchos mexicanos no olvidan, todavía, los casos de violencia, corrupción y abuso de poder en los gobiernos de los presidentes que le precedieron.
Pero eso no resuelve el actual problema de la violencia. AMLO no ha dado ninguna señal de que va a cambiar su fallida estrategia contra la criminalidad en México. Pronto su gobierno se convertirá en el más violento del siglo.
Ojalá me equivoque. Sin embargo, si las cosas no cambian radicalmente y pronto, más mujeres desaparecerán o serán ejecutadas con absoluta impunidad en México. Ante la pregunta: ¿quién las mató? Pocas veces tenemos una respuesta. Y mucho menos a alguien acusado, sentenciado y en la cárcel.
Esa es la verdadera tragedia en México. Te matan -como a Yolanda y a Debanhi y a Yessenia y a Sheila- y no pasa nada.