Obama en Cuba: una carrera de resistencia

Del pasado domingo 20 al martes 22 Cuba fue un hervidero. La visita del segundo presidente en funciones de los Estados Unidos a lo largo de 88 años despertó muchas expectativas en la isla y más allá. Fue, por decirlo en el argot deportivo, un uppercut a la mandíbula de la guerra fría, al menos eso pretendía.

El Air Force One desafió la lluvia y se ‘posó’ sobre la pista del aeropuerto José Martí de la capital cubana. Las fotos del mandatario Barack Obama junto a su esposa e hijas, con paraguas,

dieron la vuelta al mundo.

Que Raúl Castro no estuviera al lado de la escalerilla del avión para dar la bienvenida sirvió a los expertos en enfriar té de manzanilla para hacer el pan: que si la cortesía, el protocolo... poniendo a un lado el pollo del arroz con pollo.

Si alguien ganó algo con la visita fue el pueblo cubano, se arreglaron algunas calles, el estadio Latinoamericano -escenario del tope beisbolero Cuba vs Tampa Bay- lució remozado, y la gente, de manera espontánea esperó a Obama en diferentes lugares para saludarle, brindarle cariño y respeto en innegable muestra de hospitalidad. Al analizar la visita con objetividad, fue una victoria pírrica. El hecho como tal pasará a la historia, pero las grandes diferencias siguen ahí: elecciones libres, derechos humanos, el bloqueo económico, la Base Naval en Guantánamo... Ambos países tienen conceptos encontrados y éstos pesan mucho para de golpe y porrazo ponerlos a un lado.

Durante la breve conferencia de prensa, cuestionado por los derechos humanos en la isla, Castro subrayó que Cuba cumple 47 de los 61 renglones exigidos, argumentó que la salud es gratis y que las mujeres devengan un salario igual que el de los hombres por el mismo trabajo, dos aspectos en que él sabe Estados Unidos cojea.  

Más de medio siglo de relaciones frías, tensas, con acciones censurables por ambas partes, son el obstáculo a salvar. Se podrá mirar al futuro, hacia delante, pero qué hacer con el fardo. Son muchos los recuerdos a ambos lados del mar. Según la prensa estadounidense el discurso de Obama en el Teatro Alicia Alonso fue el indicado para el momento que viven las relaciones entre ambos países. 

La intervención fue más bien dulzona, conciliadora, apoyada en la conocida poesía de José Martí “Cultivo una rosa blanca”, sólo que estos son otros tiempos. Cuba pese a la pobreza y las carencias ha demostrado ser una espina, no se rinde, por eso pese a la visita y el discurso no se doblega. Hay renglones en los que no cede.

Ya veremos cuando lleguen los McDonalds esgrimen algunos, y sí, la película está por verse. Vale otra vez recordar a Martí: ‘Cuando hay muchos hombres sin decoro hay otros que tienen el decoro de muchos hombres’. Falta camino por andar.

Pese a las sonrisas, los saludos de ambos mandatarios, la cena protocolar, las atenciones a su familia que Michelle agradeció, no hay dudas de que las grandes diferencias persisten. 10 presidentes se empeñaron en desequilibrar al gobierno y sistema de La Habana sin éxito. Obama experimenta con otra fórmula. Parece que es una carrera de resistencia.

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