La Columna Vertebral: Las lecciones del 6 de noviembre

Si un dato ilustra la relevancia de las elecciones intermedias es sin duda el nivel sin precedentes de participación cívica popular para comicios no-presidenciales. Más de 113 millones de votantes acudieron a las urnas a hacer valer su voz y su voto, la mayoría para expresar su repudio a las políticas divisivas del presidente Donald Trump, y el resto para expresarle su apoyo.

Estados Unidos tendrá así, para la segunda mitad de la presidencia de Trump, un gobierno dividido: los demócratas con el control de la cámara de representantes, y con un incremento en el número de gubernaturas bajo su dominio, un factor importante para las elecciones presidenciales del 2020, mientras que los republicanos contarán con una mayoría ampliada en el Senado. 

Es verdad que el presidente Trump logró amortiguar un golpe mayor con su ofensiva de último momento, pero también es cierto que sus mensajes divisivos y xenofóbicos en torno al fenómeno migratorio tuvieron el efecto de alejar de su base a muchos votantes moderados, residentes urbanos y miembros de las minorías, incluidos latinos, más interesados en preservar su seguro de salud, que en usar a migrantes humildes como chivos expiatorios.

Las encuestas de salida de urnas confirmaron que un mayor número de votantes acudieron para externar su repudio a las políticas del presidente, que aquellos que lo hicieron en solidaridad con Trump. 

Unas horas después de su triunfo electoral, la líder de los demócratas en la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi extendió un ramo de olivo a la oposición. Habló de la importancia del bipartidismo y de la necesidad de que la clase política sea efectiva en resolver los problemas del país de manera conjunta. En privado, según reportes, dijo que no estaba en su interés buscar el juicio político del presidente.

En su primera rueda de prensa, Trump aceptó el ramo y sugirió posibles acuerdos en infraestructura y comercio. Pero también amenazó que si los demócratas piensan desperdiciar el dinero de los contribuyentes investigando a la Casa Blanca, entonces él se verá forzado a considerar a investigar a los legisladores por todas las filtraciones de información clasificada “y mucho más”.

Ciertamente muchos demócratas no han ocultado su interés por reabrir las investigaciones sobre la presunta colusión de miembros del equipo de Trump con Rusia en el escándalo de la injerencia de las elecciones presidenciales del 2016, como también arrojar una luz sobre la falta de transparencia en las declaraciones tributarias del mandatario.

Pero el presidente haría bien en aceptar la oferta de bipartidismo que le ofrece Pelosi, y encontrar terreno en aquellas áreas donde los objetivos son coincidentes, incluido el masivo plan de infraestructura que podría crear decenas de miles de empleos en Estados Unidos.

Por lo pronto todo parece indicar que, al menos desde la perspectiva de la Casa Blanca, la confrontación será continuar haciendo el modo de hacer negocios en la capital de Estados Unidos. De ser así, será una bofetada a los millones de votantes que acudieron a las urnas a repudiar las guerras políticas interminables en Washington.

 

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