Después de tres décadas cubriendo guerras, desastres naturales y disturbios políticos, el periodista guatemalteco Harris Whitbeck hace un parón para procesar en un libro todo lo vivido durante su carrera, a lo largo de la cual ha entrevistado a decenas de personalidades del mundo.
"Diría que el dalái lama es el entrevistado que más me ha marcado simplemente porque es la persona más humilde, transparente y feliz que he conocido", cuenta este miércoles Whitbeck (Ciudad de Guatemala, 1965) en entrevista telefónica con Efe tras publicar "El oficio de narrar sin miedo" (Grupo Planeta).
Al dalái lama lo conoció en la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente de 1992 y, aunque reconoce que no comprendió mucho de lo que le dijo debido a su acento, eso "no importaba porque su energía era tan poderosa que te hacía entender mucho de lo que decía".
El líder espiritual tibetano es uno de los tantos que se han sometido a las preguntas de Whitbeck, quien también ha entrevistado a presidentes como Hugo Chávez. "Cada vez es más difícil encontrar a políticos que inspiren solidez", reprocha el periodista.
Whitbeck escribió el libro el año pasado confinado por la pandemia de covid-19 en el lago de Atitlán, en el suroeste de Guatemala, donde reside desde hace algún tiempo.
Durante dos décadas este periodista trabajó para la cadena estadounidense CNN, con la que cubrió la disolución de la Unión Soviética en 1991 o la guerra de Afganistán en 2001, cobertura a la que fue "con miedo porque no sabía a lo que iba a enfrentar".
"En el momento en el que pisé tierras afganas, el vacío de información se llenó, empecé a hacer lo que sabía, que era buscar información y desde entonces el miedo se fue convirtiendo en un aliado", recuerda.
Lo que más le impactaba en sus coberturas por el mundo era "afrontar desastres naturales", como huracanes en Centroamérica o en Sri Lanka, porque estaba "cara a cara con el sufrimiento de otros".
En un inicio se sentía un mero "espectador", pero con el tiempo se dio cuenta de que "la función del periodista es muy importante porque contribuye a contar la historia y provoca que haya reacciones".
Vincularse emocionalmente con las víctimas que protagonizan las historias es un dilema para muchos periodistas que trabajan en el terreno.
"Cuando estoy trabajando obviamente construyo un muro (emocional) pero uno no puede dejar de procesar lo vivido. Eso es muy peligroso y yo siempre he hecho un gran esfuerzo para hacerlo", confiesa.
Ahora, lamenta que cada vez más las televisiones se dedican a programas de opinión relegando el reporterismo que, sostiene, es "la única manera de contar las cosas".
Sin saberlo, Whitbeck estaba destinado a ser periodista desde pequeño, siguiendo los pasos de su bisabuelo, quien fuera corresponsal de guerra, e incluso del famoso cronista español de la conquista, Bernal Díaz del Castillo, del que desciende según sostienen algunos de sus familiares.
Viajar por el mundo le sirvió para romper prejuicios como cuando siendo muy joven fue a trabajar a la Unión Soviética procedente de Centroamérica, que en plena Guerra Fría era un "campo de batalla entre el capitalismo y el comunismo".
"Me decían que iba a meterme a la boca del lobo, que los rusos eran comunistas malos y al llegar enfrenté que los rusos eran tan humanos como yo", recuerda.
Este periodista considera que nunca fue discriminado por latino en Estados Unidos porque es un "guatemalteco con cara de gringo", puesto que su madre era estadounidense.
En cambio, su padre, fallecido poco antes de la publicación del libro, era guatemalteco y en uno de los capítulos más íntimos Whitbeck cuenta que llegó a entrevistarlo para esclarecer la relación que tuvo con el Gobierno del dictador guatemalteco Efraín Ríos Montt, acusado de genocidio.
"Fue una de las conversaciones más profundas y bonitas que tuvimos", confiesa.
Whitbeck, quien sigue ejerciendo de periodista en Guatemala, observa ahora desde su tierra natal los países que le tocó recorrer con la CNN y que vuelven a estar en el punto de mira.
"Los titulares que salen de Haití les cambias un par de cositas y son idénticos a los que yo escribía hace 15 años. No cambian las cosas y es frustrante", lamenta.
Whitbeck estuvo en Caracas en 2002 cuando Hugo Chávez ganó unas elecciones y considera que la crisis política, económica y social de Venezuela "era un proceso anunciado".
Mientras que en México, país donde vivió "una etapa muy importante" en su vida, desde los 26 hasta los 40 años, lamenta "la influencia del crimen organizado", que está "creciendo en toda la región". México (EFE)