El eterno agradecimiento a Miguel de Cervantes y Shakespeare

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Por Maritza MALDONADO

 

Hace unos días escuchaba a una señora reclamando ofendida que quienes le rodeaban no sabían hablar en español. Ante los desconcertados ojos de los hispano parlantes que le explicaban una y otra vez que el “licuado” que ella vendía no “apestaba” solo estaba bajo de azúcar y para ello emplearon la palabra ‘bombo’, que la malhumorada mujer conoce con la acepción de maloliente o hediondo.

Situaciones como estas pueden sucederse en diferentes escenarios. Considero que la gran ventaja de ello es que enriquecemos nuestra lengua, y aunque empleemos vocablos que no son parte de nuestra cultura, está bien que los conozcamos e identifiquemos.

El estudio de la etimología de la palabra conlleva al reconocimiento, no solo de las acepciones de éstas, sino a conocernos desde la profundidad de nuestras culturas. Muchos de los vocablos que se utilizan actualmente han derivado del vocabulario de las antiguas civilizaciones que poblaron nuestras Américas. Cacao, Chayote, y Cacahuate, también conocido como maní en las islas  caribeñas de habla hispana, son algunos de los ejemplos.

Muchas palabras derivadas de lenguas aborígenes o indígenas que persisten en el paso del tiempo y forman  parte del léxico actual de los hispanoparlantes. Del náhuatl  aun escuchamos tiza (proviene de tizatl: tierra blanca) Chicle (tzictli: goma masticable) y el aguacate (a’wakatl: testículos de árbol). Si usted escucha hablar de la majestuosa ave que es el cóndor, sepa que proviene del vocablo quechua kuntur, que significa ave mayor.

El desarrollo del idioma va aparejado al progreso, a los avances tecnológicos de las sociedades, muchas palabras se pierden con el transcurso de la vida, con procesos como la emigración se crean nuevos vocablos que denominan hechos o circunstancias, grupos de personas...

Este domingo 23 se establece como Día del Idioma Español por la ONU desde 2010 en honor al natalicio del escritor español Miguel de Cervantes Saavedra y recordación del gran dramaturgo inglés William Shakespeare. Hablar español, respetar las normas lingüísticas y el habla de las diferentes culturas, nos hace mejores personas. Se lo debemos al ‘Manco de Lepanto’.

 

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