Las elecciones presidenciales (2024) ya son historia. Se presentaron en extremo reñidas, se vieron las caras dos contendientes muy distintos.
Como se recordará, durante su estancia en la casa Blanca -de la que dice no debió salir-, Donald Trump se apoyó mucho en Twitter (hoy X), las redes fueron para él una especie de portavoz, muchas personas esperaban sus textos para conocer la política del multimillonario, sus desplantes y groserías.
Como vicepresidenta, Kamala Harris mantuvo un perfil bajo hasta que el mandatario Joe Biden le entregó el ‘testigo’, entonces su carrera se disparó.
Con una diferencia de edad de casi 20 años (78-60), queda claro que el cargo de vicepresidenta le reportó desventajas a Harris (muchos la culpan de las decisiones del presidente Biden). No hay dudas de que inició su campaña por la presidencia con un ímpetu avasallador, casi de golpe y porrazo pasó a liderar las encuestas. Semanas más tarde Trump recortó las diferencias.
El magnate neoyorquino, no se puede obviar, dispone de una base leal que no le penaliza ni juzga por sus errores -no se debe olvidar cómo encaró lo del Covid-19- ni las causas pendientes con la justicia. No faltan quienes consideran que ha establecido una relación con sus seguidores que le permite decir y hacer casi cualquier cosa. ¡Y se lo celebran!
Por mucho tiempo la apatía, el descontento, la decepción, han signado lo relacionado con el hecho mismo de votar. ¿Para qué votar? Si es más de lo mismo... promesas que no cumplen, ‘atol con el dedo’.
Pues resulta conveniente subrayar que ejercer el derecho al voto es la posibilidad de expresar opiniones, hacer valer la posibilidad de elegir a los representantes que -se considera- adoptarán las mejores decisiones, estén más en correspondencia con los principios, trabajen para enfrentar las cuestiones que importan a los electores, a la familia, a la comunidad. Votar es como dejar escuchar la voz del pueblo.
Es preciso desterrar la apatía, el desinterés, votar es DEBER, un DERECHO del que se debe hacer gala, por eso, es relevante aprenderlo de una vez, es una manera de participar de manera activa en el proceso, mostrar interés por temas medulares: salud, educación, economía, medio ambiente... dicho de otra forma, se trata de una herramienta fundamental. Votar es dar a conocer lo que se opina.
Se da por descontado que acudir a las urnas, votar, también da derecho a trabajar para expulsar al representante que no está haciendo bien su labor, cuyo proceder decepciona. Ese derecho se gana cuando se vota. Es menester aprender la lección.
Si el representante electo no trabaja para cumplir las promesas pre-contienda, entonces el elector puede ajustar las clavijas, pasarle factura, hacer lo posible con el objetivo de removerlo del cargo. Mantener el apego a las promesas es una carta de triunfo para mantenerse en determinado cargo.
Mantenga la vista puesta en el futuro, no se abstenga, haga valer su voz en las campañas venideras.