Editorial: Un amigo llamado libro

Muchas, muchísimas personas llegan a una edad avanzada y para contar sus amigos sólo utilizan los dedos de una mano... 

Está claro que un gran número de personas comparte en fiestas, gasta chistes, se divierte, sin embargo a la hora de la hora, cuando por diferentes circunstancias la situación se pone peliaguda, difícil, entonces, duele reconocerlo, los amigos, los verdaderos amigos, escasean.

Afortunadamente hay amigos para siempre, personas y cosas cuya amistad perdura, resiste el paso de los años, y uno de esos amigos es el libro.

Cuando el pasado domingo primero la comunidad se estremeció con el trágico suceso del tirador frente al Mandalay Bay, otra acción, diametralmente opuesta, también acaparó la atención de muchos: Brandon Marshall, destacado jugador de la NFL, donó cinco mil dólares para las librerías de North Las Vegas.

El gesto de Marshall, aunque para muchos parezca inadvertido, tiene varios mensajes, aparte de mostrar agradecimiento a la ciudad donde creció, dice lo suficiente de la importancia que para el deportista tienen estos locales repletos de libros de diferentes géneros y autores.

La Biblia es el libro más leído de todos los tiempos, y entre los imprescindibles no pueden faltar ‘El Principito’ y ‘Don Quijote de la Mancha’; más cerca geográficamente, pues se impone leer ‘Pedro Páramo’, de Juan Rulfo; ‘Cien años de soledad’, salido de la pluma de Gabriel García Márquez... los poemas de Pablo Neruda o José Martí,  Por supuesto, los enamorados no deben obviar a Gustavo Adolfo Bécquer o Sor Juana Inés.

No hay dudas, el libro es un amigo para siempre, aunque por supuesto, haya quienes nunca han leído uno, mientras a otros una buena lectura los marca de por vida.

Leer es instruirse, viajar, conocer a otras personas o lugares, situaciones distintas, y claro, no se corre el riesgo de sufrir una traición, que el libro juegue una mala pasada o serruche el piso como suelen hacer algunos amigos de pacotilla. Eso de que con amigos así no hacen falta enemigos cobra un valor tremendo. Un libro, si no gusta, si la lectura no atrae luego de la primera página, se puede cerrar y poner a un lado.

Vale embullarse, visitar ese mundo embrujado que es una librería, ir de cacería, a pescar o torear de la mano de Ernest Hemingway; ayudar a Sherlock Holmes a descubrir un misterio, o sencillamente enamorar con estos versos: 

Porque te tengo y no/porque te pienso/

porque la noche está de ojos abiertos/

porque la noche pasa y digo amor/

porque has venido a recoger tu imagen/

y eres mejor que todas tus imágenes.

Es cierto que el teléfono, la tablet, la computadora, lo acercan todo, muchas veces sin salir de casa, y en ese sentido también sobresale el libro por su lealtad, él solo está ahí, al alcance de la mano.

Sobre la noche triste del primero de octubre con su carga trágica, y la hermosa donación de Marshall... los dos tocan hondo, estremecen, marcan. El amor puede más que el odio más visceral.

 

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