Editorial: Todos juntos por una ciudad mejor

César y Elvia son dos personas excelentes, respetuosas, encaran sus tareas con responsabilidad, deseosos de que todo salga lo mejor posible. El cariño y respeto que muchos le profesan lo tienen bien ganado.

Hicieron planes para fin de año y el advenimiento del 2023, sin embargo a un individuo se le ocurrió poner la nota oscura. Le robó a la pareja su camioneta.

Cuando alguien (muchas personas) aseguran que aún queda por hacer, está ímplicita también la batalla sin cuartel contra los desvergozados y cínicos.

Ahí está el hombre (¿?) grabado ante las cámaras, se baja de un vehículo -después se supo que también era robado-, observa la camioneta, vuelve por las herramientas con las que perpetra sus fechorías, y con la mayor tranquilidad del mundo se adueña de lo ajeno.

No se puede pecar de ingenuidad, el robo tiene casi al edad del hombre. Pero, es difícil interiorizar que se ha perdido la vergüenza, se puso a un lado todo lo que enseñaron los padres sobre decencia, respeto, moral...

Recién comienza el 2023, todos los días los maestros, los médicos, enfermeras, bomberos, las autoridades, personal de limpieza, quienes elaboran alimentos, constructores, entre tantos y tantos más, salen de sus casas, se separan horas de sus respectivas familias, para ir a trabajar.

A muchos les anima dar lo mejor en cada jornada por una ciudad más hermosa, solidaria, acogedora, limpia, sin embargo es triste reconocer que aún los delincuentes quieren hacer valer la ley de la jungla, la desfachatez, la poca o ninguna vergüenza.

¿Se puede poner la cabeza en la almohada y dormir tranquilamente después de perpetrar un acto tan denigrante como robar? ¿Es ese el ejemplo que se quiere dar a los hijos, a la familia, a los vecinos, a la comunidad? La respuesta debe ser un rotundo NOOOO.

Es menester luchar, trabajar, exigir una educación de calidad para los hijos, cuidar la limpieza, cada persona debe tratar a todos como desea que la traten, con respeto, amabilidad, profesionalismo... no cuesta absolutamente ayudar al prójimo, atenderlo como merece. En esa misma medida hay que cerrar las puertas a las malas acciones, esas que denigran, echan por tierra los valores humanos.

Las fotos del ladrón están en las redes. ¿Nadie lo conoce? Las personas afectadas, que con su labor, sacrificio, costearon el vehículo robado, merecen la solidaridad, palabras de aliento. Cualquiera puede ser la víctima. Ellas han vivido momentos complejos, estresantes.

Se puede llegar lejos con trabajo denodado, entregando siempre lo mejor  (aunque en ocasiones no se esté bien remunerado), con mejor educación, resultando un ejemplo, y también -por supuesto- encarando la indisciplina, lo mal hecho, cerrando filas con las víctimas.

Celebrar el fin de año y el advenimiento del próximo, cenar en familias, con amigos, vivir en una ciudad limpia, disfrutar de la vida en un país del primer mundo, con el consiguiente show de fuegos artificiales, de seguro ensombrece un poco cuando hay ladrones en el barrio.

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