Editorial: Reforma migratoria... un camino difícil

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Apenas tomó posesión de la presidencia Joe Biden puso el ‘dedo sobre la llaga’ en lo concerniente a la tan llevada y traída reforma migratoria, que beneficiaría a alrededor de 11 millones de indocumentados.

Es un intento, sustancial por cierto, de cumplir una de las promesas que enarboló durante su carrera por la Casa Blanca. Se dice fácil, pero es sabido que el sistema migratorio de los Estados Unidos tiene lagunas, por llamarlo de alguna forma, y por otro lado 11 millones de personas son más que los habitantes de varios países centroamericanos, por poner un ejemplo.  El beneficio alcanzaría también a los amparados bajo ‘la sombrilla’ de DACA y el TPS.

Cómo desconocer, poner a un lado -como algo que no vale la pena-, el trabajo de 11 millones de personas, su contribución económica al país donde residen desde hace años. 

Se trata de un problema que urge resolver de una vez por todas, claro, sin la clásica ‘curita de mercurocromo’, o sea, salidas temporales, que prácticamente obligan a aplicar, renovar documentos cada 18 meses o dos años.  O lo que es peor, millones de personas viviendo con una ‘espada de Damocles’ encima, temiendo todos los días ser deportadas, separadas de sus familias. Literalmente eso no es vida.

Se da por sentado que nadie quiere en su barrio, cerca de la escuela a la que asisten sus hijos, en los parques a los que acude los fines de semana con su familia, a ladrones, drogadictos, pedófilos... pero ojo con generalizar, lo que prima entre los indocumentados, los ‘soñadores’, los tepesianos, es el deseo de trabajar, de salir adelante, cumplir las leyes de este país que ha sido por años su casa. Esa es una verdad tan grande como un barco.

La propuesta de reforma migratoria de Biden, el hecho de que ésta se materialice, no tiene ni remotamente un camino florido por delante, todo lo contrario, hay mucho por hacer y andar.

Obstáculos siempre hay, partidarios y detractores, es más, la reforma migratoria tiene mucho de carrera de resistencia, una carrera a la que es necesario sumar votos a favor.

Con la elección de Biden, sus seguidores, gran parte de la comunidad, defensores de la mencionada reforma, no pueden cruzarse de brazos, pensar que la tarea está hecha, hay que movilizarse aun en medio de un momento tan complejo, contactar a los congresistas por los que se votó, exigirles.

Quienes tienen el privilegio de votar, y la comunidad misma pueden preguntarse si están en condiciones de ser decepcionados una vez más, defraudados.

Lo que de alguna manera sería inadmisible es que pase el tiempo, vuelvan las elecciones, y no suceda absolutamente nada respecto a la reforma migratoria. Es un camino harto difícil, con obstáculos considerables, sin embargo no hacer nada es la peor de las salidas.

 

Es un momento propicio, trascendental, para hacer por el hermano, por el vecino, el amigo, el compañero de trabajo, la esposa (o), la novia o el novio, convencidos de que la justicia al final se impone... pero es mejor que ese final no siga siendo una quimera.

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