Editorial: Principio y ¿final? de una larga noche

Todo sucedió como una reacción en cadena, primero las caravanas de migrantes procedentes sobre todo de Honduras, Guatemala y El Salvador... caravanas que crecieron como bola de nieve, con problemas de todo tipo, exigencias, muestras de solidaridad, además de la consabida preocupación e inquietudes.

A la administración estadounidense le pareció que todo era una asignatura pendiente, una tarea sin hacer por parte del gobierno mexicano, y la frase aumento progresivo de los aranceles cobró una importancia capital, estuvo en la boca de millones de personas. Vinieron entonces los días de incertidumbre, de corre corre, pláticas, amenazas, especulaciones de los ‘tanques pensantes’ y de expertos en enfriar café con leche.

Casi en el minuto 90, a la hora del pitazo final y de recoger el balón, los gobiernos de Estados Unidos y México se pusieron de acuerdo en lo concerniente al tema migratorio. No va el aumento de los aranceles, y me detienes a los inmigrantes.

Como en un juego de ajedrez, el gobierno mexicano ‘mueve’ seis mil efectivos de la Guardia Nacional a la frontera sur, y para reforzar e impedir el paso, unos 15 mil a la frontera norte. La administración de Donald Trump asiente. Good job.

Desciende incuestionablemente el flujo de migrantes, el vicepresidente Mike Pence no pierde tiempo y resalta que el gobierno mexicano hace más respecto a los migrantes que los demócratas.

Algunos esgrimen que no hace falta el muro del presidente Trump, la barda la pone el gobierno mexicano con más de 30 mil efectivos que impiden el paso a quienes sueñan con llegar al “paraíso”.

El gobierno mexicano tiene menos de mes y medio para frenar el flujo migratorio y mandar a bolina la posibilidad de una ‘guerra comercial’.

Por su parte la organización Human Rights Watch (HRW) calificó de “locura” la decisión del gobierno de reforzar la seguridad en la frontera. El canciller mexicano Marcelo Ebrard argumenta que la actividad ilícita (coyotes y la trata humana) deja un beneficio que ronda los de 6 mil millones de dólares anuales en dinero negro.

El presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), reitera que no quiere fricciones con el gobierno de los Estados Unidos, y pide un aplauso, un reconocimiento para los contribuyentes que se opusieron al alza de los aranceles, deja sentado que se dará todo el apoyo a los niños migrantes... no faltaba más, “si es necesario, los abrazamos, los protegemos y los hacemos mexicanos”, destaca el mandatario mexicano.

Hay aplausos para AMLO, reconocimiento por su empeño en contribuir a mejorar la economía de El Salvador, Guatemala y Honduras, facilitar las mejoras de empleo, elevar las condiciones de vida, de manera que la gente emigre como una opción y no por necesidad. Optimismo puro.

 

A ver qué pasa a partir de este momento con las pandillas, la violencia rampante, la corrupción, las adicciones, el abuso y las amenazas de muerte. Toca a los gobiernos de los países involucrados apretarse el cinto de una vez por todas. ¿O no?

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