“Digno o indigno de su fin,
el periódico es siempre conciencia, razón y opinión pública”.
Eugenio María de Hostos
La realidad estremece a muchos. Algunos al enterarse que cierra sus puertas el semanario El Mundo se declaran en shock. No es para menos.
El periódico fundado por Eddie Escobedo Sr., allá por junio de 1980, desde entonces acompañó a la gente, sin reparar en recién llegados o las personas con más tiempo en el valle.
Para enseñar el camino en lo relacionado con la política, visitas de mandatarios, el desempeño de los consulados, los conciertos, el Mes de la Herencia Hispana, las grandes peleas de boxeo, centenares de entrevistas a mujeres, resaltando lo mejor de la comunidad, ayudando a muchos a buscar trabajo, o sencillamente dónde arreglar una lavadora, la computadora, la puerta del garage...
Así, desde lo más sencillo hasta lo más relevante, es en extremo difícil apuntar en qué tema no se involucró El Mundo a lo largo de casi medio siglo, destancándose en los últimos años en el sostenido desempeño cultural: danza, teatro, pintura, música, literatura. El semanario es (era) una herramienta de incuestionable valía.
Dicho de otra manera, tal como dijo José Martí, al periódico nada le era ajeno, eso es algo que no puede perderse de vista. Hay que tenerlo muy en cuenta.
Cuando se aborda el asunto, es menester considerar la visión del señor Escobedo, #él se percató a tiempo que la creciente comunidad hispana necesitaba, requería un medio de prensa (un periódico), que diera a conocer el trabajo, informara, contribuyera a resaltar lo concerniente a la educación, al candente asunto migratorio, y a tantos asuntos de importancia capital.
Como la radio y la televisión llegan a los hogares, así se las ingenió El Mundo para vincularse a las familias, formar parte de ellas gracias a sus secciones, sus notas y comentarios, sus entrevistas...
Alguien escribió un día ‘El Mundo llegó para quedarse’. Realmente ante el empuje de la tecnología, mucha gente optó por leer periódicos y revistas digitales, anunciarse en las redes, promover sus eventos en Facebook, y El Mundo resistió, adoptó medidas, prolongó su vida útil, consciente de lo necesario que resultaba, sin dejar de ser un negocio. Nadó contra la corriente, materializó un esfuerzo colosal, propio de los grandes. Se dice fácil, sobrevivir casi medio siglo en estos tiempos, es como ir cuesta arriba.
Entonces llegó la noticia, “quedan pocos días, hay que preparar la edición del adiós”. El poeta apuntó: “se dicen las verdades, las bárbaras, terribles”. Nadie se va a morir por esto, es complejo, más aún para quienes viven de sus respectivos cheques, llevan el sustento a casa, encaran la inflación.
Cuando se aprestaba a celebrar su 45 cumpleaños, digerir la noticia se tornó escabroso. La tristeza se reflejaba en el rostro de los dueños y el equipo de trabajo. Nadie se llame a engaño, también es triste para la comunidad. Perder una herramienta es como perder algo inestimable.