Muchos de nosotros tenemos un conflicto -o más de uno- irresuelto, un suceso que haya acontecido en nuestra infancia y que nos ha marcado durante nuestra vida adulta. Los profesionales del comportamiento humano afirman que somos el producto de nuestro pasado infantil.
Sigmund Freud, considerado el padre del sicoanálisis, escribió teorías sobre las etapas del desarrollo humano, él dividió nuestro crecimiento en cinco fases, en las que el individuo concentra toda su atención. De la manera que avance un sujeto cada etapa, depende su salud mental en la vida adulta y la capacidad de relacionarse de manera armónica con sus semejantes.
Por otro lado, Jean Piaget, otra autoridad en el tema, consideraba la afectividad como un subproducto de los cognitivo, dividió su teoría psicogenética en cuatro periodos de desarrollo: sensoriomotor, preoperacional, operacional concreto y operacional formal. Esta teoría pretende construir y fundamentar una epistemología de tipo genético, es decir, un estudio del desarrollo del conocimiento de la naturaleza biológica a partir de su relación con el desarrollo humano desde sus orígenes.
Lo anterior es complicado para muchos de nosotros, es de difícil comprensión y en muchas ocasiones inaccesible porque no hay suficiente oferta de asistencia profesional en esta zona del país.
Sin embargo, lo primero y más importante es entender que gran parte de los conflictos y aciertos, tuvieron su raíz, se iniciaron durante la niñez, en el periodo comprendido como infancia, una etapa en extremo vulnerable y sensible, donde no pocos consideran el cerebro como una especie de esponja por su capacidad de absorber.
En Las Vegas, cuatro profesionales, con reconocida experiencia, se han echado a cuestas la noble labor de brindar ayuda a quienes sufran por problemas tales como traumas, adicciones, etc.
Todo lo anterior está muy bien, más aún si se toma conciencia de los problemas que agobian, si hay voluntad y deseos de dar un golpe de timón o un giro de 360 grados al asunto de la mano de profesionales, porque por mucho interés que tengan esas mujeres, lo importante que resulta su labor y entrega en favor de la salud y el bienestar de la comunidad, se podrá conseguir muy poco si la asistencia brilla por su ausencia, si no se acude a la consulta, si no se actúa con franqueza y se ponen los problemas sobre el tapete.¿Pueden estas personas, mujeres por demás, ayudar de manera considerable, tender la mano para que la carga sea más ligera o eliminarla? La respuesta es sí, o sea, en medio de un mar de estrés, de preocupaciones, de problemas familiares, de enfermedad, deudas, asuntos laborales, es válido saber que ellas están ahí, dispuestas a ser, de algún forma, una tabla de salvación.
Una nota en esta edición aporta más detalles al asunto. Cuatro mujeres armadas de conocimientos y experiencia abren las puertas e invitan, de manera gratuita, a su consulta. Dejarlas esperando sólo sería agregar a la carga unas libras de plomo.