Editorial: Navidad... para reunirse en amor

Prácticamente está aquí el domingo 25. Es la fecha en que millones de personas se reúnen -argumentan- para celebrar el nacimiento de Jesús.

¿Nació realmente Jesús ese día? Se ha escrito y debatido mucho sobre el tema. Sin dudas es relevante.

También lo es tener la posibilidad de reunirse en familia, con amigos, vecinos, compartir la cena, es una velada en que predomina la unión y la esperanza. 

Quedó atrás -hace unas jornadas- el ‘Día de Acción de Gracias’, y la Navidad trae consigo un mensaje de generosidad y amistad, que va más allá de regalos y cosas materiales.

Es menester agradecer la unión familiar, la solidaridad, el ver el lado positivo de las cosas, y SIEMPRE agradecer.

Los padres pueden platicar a la mesa, o después de la cena, sobre valores, referirse a la generosidad, el afecto entre todos. Es también una excelente oportunidad para una conversación entre padres e hijos. Los regalos tienen importancia, sí, más en los tiempos que corren, sin embargo el intercambio, la plática sobre valores, estrechar el vínculo entre las personas debe tener un rol protagónico.

Se ha escrito mucho sobre el horario de trabajo de los padres, las actividades escolares de los niños, el poco tiempo compartido entre ellos, y sin dudas este domingo 25 es un día especial para compartir más que todo en familia.

Es preciso platicarle a los menores de la importancia de los valores, de enseñar con el ejemplo, resaltar los valores de la generosidad y la solidaridad, lo relevante de tender la mano a quienes tienen menos o no tienen nada.

Conviene dedicar unos minutos a los hijos y explicarle cuánta importancia tiene la amistad, porqué se debe ser selectivo a la hora de escoger a los amigos, y qué significa la palabra AMISTAD.

No se debe dejar ‘escapar’ el momento para destacar la unión familiar, propiciar tareas que se (pueden y deben) acometer juntos, la importancia de aprender a escuchar, a valorar, a tener en cuenta el espacio de los demás.

Sin embargo todo lo anterior se desvanece, se desmorona, no sirve de nada si en la familia no hay comunicación, si la gente no se junta y platica, expone sus criterios y escucha al otro, si no prima  la amabilidad y el respeto, la fuerza del ejemplo, conscientes de que sirve de muy poco decir una cosa y hacer otra.

La ‘calidad’ de las herramientas que ponga en manos de sus hijos les servirán mientras vivan, más que todo para relacionarse con otras personas, estará ligada a su personalidad. De ahí la fuerza de la frase: “de mi padre lo aprendí”.

Hay que poner a un lado la manera de “enseñar” apoyados en la agresividad, el autoritarismo, la violencia. Quizás los hijos aprendan, pero no se trata de aprender por obligación, con la amenaza de un castigo por medio. 

Por encima de todo la Navidad es la ocasión perfecta, idónea, para dar amor, ser amable, escuchar, comprender, ayudar, enseñar, ahí radica su importancia.

Se puede reconocer o no que nació Jesús por estas fechas, pero no deje de dar amor, ofrezca siempre lo mejor de sí.

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