“Ahora la mujer se está levantando. Y cuando las mujeres de una nación se
levantan, constituyen las voces más fuertes que pueden oírse”.
Rigoberta Menchú
El pasado jueves 5 de septiembre fue una jornada para el recuerdo. Se celebró en muchos lugares el día dedicado a las mujeres indígenas, esas apegadas con inusitada fuerza a sus raíces, costumbres e identidad.
Sin dudas el objetivo primordial al designar y aprobar la fecha fue -por parte de la Organización de Naciones Unidas- una acción dirigida a resaltar la labor de las mujeres indígenas, el prominente rol que desempeñan en la relevante tarea de defender el derecho, sus voces, su indiscutible riqueza cultural.
“Queremos que esas voces se escuchen cada vez más fuertes, diversas, lleguen a todos los lugares, se abran un espacio, el el hogar y la familia, en lo político, social y económico”, ha destacado la conocida Rigoberta Menchú.
Se trata, por encima de todo, de visibilizar el rol de las mujeres indígenas, su contribución, su lucha, que por ningún concepto puede pasar a un segundo plano.
Es una verdad tan grande como un barco advertir que las mujeres indígenas enfrentan múltiples tipos de violencias y discriminación desde hace siglos, y eso debe constituir una verg#üenza, es algo que debe ser abolido, desterrado para siempre.
Contra las mujeres, más aún las indígenas, atenta la desigualdad, la discriminación, algo que no puede permitirse, a lo que urge poner coto. Es menester contribuir a su superación, propiciarles un mundo de posibilidades, sobre todo tenerlas en cuenta, valorarlas, insistir en lo que significan, lo que aportan... eso es sencillamente esencial.
En más de una oportunidad representantes de la ONU han subrayado el papel fundamental que desempeñan las mujeres indígenas en la conservación de su cultura, sus lenguas, sus tradiciones, y reconoce el liderazgo y la capacidad de acción de ellas en la protección del medio ambiente y la biodiversidad, en las acciones que acometen para contrarrestar el cambio climático.
Es imprescindible promover una cultura que respete, reconozca y apoye los liderazgos de las mujeres indígenas, prevenir, sancionar y erradicar todas las formas de violencia hacia ellas, incluyendo la violencia que impide y afecta su participación en la vida pública, algo incuestionablemente bochornoso, grosero.
Cada vez es mayor la incidencia de las mujeres indígenas, su labor por preservar su lengua, su cultura, las costumbres, sus platos típicos, desean dar a conocer todo lo que las distingue, promoverlo, en pocas palabras: mantenerlo vivo. Ese aporte, esa marcada contribución no puede ser soslayada, ignorada, todo lo contrario, debe ser reconocida en toda su magnitud, por lo que significa.
Es relevante que cobre fuerza el principio que esgrimen: “Nada sobre nosotras sin nosotras”, es una manera de defender, exigir el lugar que les corresponde, para el sano orgullo de todos, sin excepción.