Editorial: Mujeres... gracias por la miel de su esfuerzo

Los tiempos cambian, y contrario a lo que muchos piensan, lo hace para bien. 

Las mujeres -que bueno y justo- ya pueden ejercer su derecho al voto, tomar estudios, ir a la universidad, dirigir compañías, hacer valer sus conocimientos, esfuerzos y experiencia en muchos campos de la vida diaria.

Claro, el camino no ha sido ni remotamente fácil, no puede obviarse que hay machistas, los que se autotitulan ‘supermachos’, pero ni ellos pueden tapar el sol con un dedo. Las féminas sobresalen en las ciencias, la política, la medicina, la literatura, el derecho, el periodismo, la economía, la música, el cine, los deportes...

Todo lo anterior -y más- sin dejar de atender a la familia, llevar el timón de la casa, cuidar del hijo o del anciano enfermo. Ellas merecen el reconocimiento de todos.

La humanidad no puede (ni debe) olvidar aquel 8 de marzo de 1857 cuando un grupo de mujeres, obreras por más detalles, salieron a las calles en justa protesta contra las míseras condiciones en que realizaban sus labores, y devengaban un salario simbólico. Fue el origen del ‘Día Internacional por los Derechos de la Mujer y la Paz’.

Luego de la protesta centenares de mujeres perdieron la vida al incendiarse una de las fábricas en que laboraban. ¿Casualidad, accidente, o el odio irracional y cruel de algunos trogloditas? Fue un crimen atroz.

No hay dudas de que los tiempos cambian, sin embargo queda mucho por hacer, por esgrimir y argumentar, por reclamar y exigir, por hacer justicia.

Todo comienza por algo tan sencillo como lo ‘ofendido’ que se siente un hombre cuando le dicen (sólo le dicen) que parece una mujer. Sin embargo no hace valer su genio, su incomodidad para recogerse las mangas de la camisa y trabajar a la par de una mujer, de su mamá, de sus hermanas, de su esposa, de sus hijas. Tal vez a algunos sea mucho pedirle.

Cuánto se ha dicho y escrito sobre igualdad de género, hasta dónde hay que decir y hacer para frenar de una vez por todas la abominable violencia doméstica y lo que trae consigo, ¿por qué no pagarle a una mujer lo mismo que devenga un hombre si ambos realizan las mismas labores?

La suerte está echada, urge seguir adelante, la historia de la humanidad, mientras se disminuya a la mujer de una u otra forma, tiene mucho de oscuro, de impotente, de falsa e incompleta. 

Dicho de otra manera, la mujer debe ir a la par del hombre, con los mismos deberes y derechos. 

Ahora, que no se aparezca un coprófago a exigir que ellas hagan las labores que exigen la mayor fuerza física... porque de que los hay, los hay. El mayor peligro que depara el futuro es la apatía.

Antonio Machado, el reconocido poeta español, escribió: “el hombre no es hombre hasta que escucha su nombre en los labios de una mujer”.

Vicente Huidobro dejó sentado: “Mujer, el mundo está amueblado por tus ojos”. 

Hay que recurrir a José Martí, quien con la sensibilidad que lo signaba señaló: “Sin sonrisa de mujer no hay gloria completa de hombre”.

Este martes 8, el personal de El Mundo desea a todas las mujeres FELICIDADES.

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