Da gusto celebrar en familia, juntarnos como hermanos en ocasión de las fechas patrias de nuestros respectivos países, pero antes es preciso trabajar en la organización, en los preparativos, si queremos que cada año la actividad sea mejor, es una manera de honrar a quienes lo dieron todo, hasta sus vida, por la independencia.
Las anteriores palabras corresponden los integrantes del Comité Centroamericano, un grupo que este domingo 8 vuelve a mostrar su probada capacidad organizativa, cuando tenga lugar la actividad central por la independencia de El Salvador, Nicaragua, Guatemala, Honduras y Costa Rica.
Se trata, por supuesto, de una reunión entre hermanos, cada uno de ellos -en representación de su país-, exhibe parte de su cultura a través de los platos típicos, de trajes coloridos, de artesanía, de danzas... y como quiera que también es un colosal encuentro con la historia de estos pequeños pero hospitalarios pueblos, las enseñas nacionales de cada uno de ellos brilla, se muestra con una gran dosis de orgullo.
Centenares de personas acuden a la llamada fiesta centroamericana, disfrutan, bailan, comen, se abrazan con los amigos, en definitiva es una especie de encuentro para resaltar las fechas que distinguen a cada uno de esos países, cuando alcanzaron su independencia.
Sin embargo un aspecto no puede pasar inadvertido (sería imperdonable), y es precisamente el amor, el entusiasmo, la alegría contagiosa con que los miembros del Comité Centroamericano se entrega a las actividades organizativas.
¿En cuántas personas se multiplica Najarro? ¿Y Jackie Sosa, Daniela Camantigue, Martha Velázquez, Nancy Zapata, Hellen Quan-López, María Enamorado, Eve Arauz, Carlos Velis? Para ellos cada obstáculo es un punto de partida, una meta a vencer... y la vencen.
Que si las banderas, la música, las muestras artesanales, los alimentos típicos, los diferentes stands, los grupos comunitarios, la atención a los invitados, a los representantes de la prensa, si va a participar éste o aquel cónsul, al Comité Centroamericano no se le escapa un detalle, sus integrantes se esmeran, porque el objetivo es honrar la historia de cada uno de sus países, y la honran haciendo las cosas bien, sin improvisar ni dejar para después.
La idea de celebrar las fiestas patrias comenzó con cada centroamericano en su ‘parcela’, como con cierto recelo a expandirse, a sumar, sin embargo al cónsul salvadoreño Tirso Sermeño se le ocurrió que la celebración debía ser entre hermanos. Antes lo dijo Martí, quizás un poco más abarcador: ‘América es una, del Bravo a la Patagonia’.
Todos acogieron el planteamiento del diplomático, lo hicieron suyo, asumieron sus respectivas tareas con energía, sin ceder ni derrumbarse ante los inconvenientes, y ahí está la Fiesta Centroamericana, crece saludable, alegre, victoriosa, alimentada por rostros conocidos y otros que se acercan, para rendir merecido culto a la historia.