Concluye el 2024, una vez más vale agradecer por noches que se hicieron días y amigos que se convirtieron en familia.
No faltan quienes resaltan ¡Qué rápido pasa el tiempo! Llega a sus últimas jornadas el 2024, da paso al momento en que salen a relucir las promesas y aspiraciones de muchos -es una tradición- de hacer promesas (que por lo general no pasan de ahí).
Alguien pidió a Santa Claus al menos una noche de pasión, no al obtuvo y pospuso su ilusión para el año a punto de comenzar; muchos insisten, son persistentes, platican de dejar el cigarrillo, bajar unos kilos de peso, aprender inglés, viajar para reunirse con la familia que está lejos...
Lo más importante es reconocer que antes de dar paso a las promesas, hacer votos, perseverar, se debe agradecer, sin dudas hay mucho que agradecer. Por la vida, la salud, la familia, tener trabajo, las mejoras salariales, los amigos, ver a los hijos crecer (y que son personas de bien), por cada detalle es menester estar agradecidos.
También, por supuesto, es hora de ‘mirarse por dentro’, de ver lo realizado y lo que aún sigue pendiente, de proponerse metas objetivas por las que se pueda luchar.
Hay tanto de satisfacción en materializar -o al menos tratar- de cumplir los sueños, sin que se melle la alegría, el entusiasmo, el deseo de materializar las aspiraciones, esas ilusiones que viven dentro.
Quedan detrás 12 meses de esfuerzos, sostenido trabajo, muchas personas ganaron, el año que concluye les reportó dividendos, los resultados que esperaban, vieron cumplidas sus expectativas, a otras no les fue tan bien, sin embargo lo más relevante es aprender las lecciones, mirar el futuro con optimismo.
Le quedan horas al 2024, es válido hacer un recuento, pasar lista a las experiencias vividas, las metas vencidas, y lo que está ahí, a medio camino.
Tal vez lo que sigue pendiente lleve a muchos a mirar el nuevo año de manera distinta, a encarar los obstáculos y adversidades con un ‘tono’ diferente, pero siempre con optimismo, confianza en el éxito.
Lo último que se pierde es la esperanza, si en el 2024 no se pudieron alcanzar algunas metas, de seguro aparecerán nuevas oportunidades, una puerta se cierra y otras se abren, tal como reza un viejo refrán. Siempre está latente la posibilidad de convertir los sueños en realidad, de blandir lanzas por ellos, al estilo del incansable Don Quijote.
Cada año, por supuesto, es diferente, la sugerencia es tomar de cada uno de ellos lo bueno, lo mejor del año que se va, dar espacio a lo espectacular, a eso que motiva e inspira, y hacerlo presto a llegar, es mejor dejar atrás, a la zaga, eso que decepcionó, estuvo por debajo de las expectativas... no repare más en ello si no es para sacar una lección.
Lo relevante es agradecer, levantarse de las caídas con más fuerzas e ímpetu, saber que no todo está perdido, vale la pena luchar, insistir, perseverar.
Entonces, que el 2025 llegue cargado de nuevas oportunidades y mucha felicidad.