Editorial: Leer es una aventura excelente

 

Todas las personas mayores fueron al principio niños, aunque pocas lo recuerdan

                           El Principito

Pequeños y adultos pasan horas ante la televisión, resulta un aparato de entretenimiento al que pocos se resisten. Bueno sería que la cuarta parte de ese tiempo tuvieran un libro delante. Leer es una aventura inigualable.

Con el miércoles 11 llegó la buena nueva, maestros y alumnos de la Eileen B. Brookman recibieron el certificado que los acredita recordistas mundiales. Se les ocurrió juntar ‘glow sticks’ por cada libro que un pequeñín leyera... consiguieron más de 20 mil. Hermosa iniciativa.

Si enseñar a un menor a nadar es un regalo para toda la vida, enseñarles a leer, inculcarles el hábito de la lectura no se queda atrás... es como decirle a su hijo, a un sobrino, a un nieto, a un vecinito, a un amiguito: ‘hay otros mundos y este libro es la puerta para llegar a ellos’.

Es penoso escuchar a un adulto decir ‘nunca he leído un libro... no tengo tiempo, pierdo la paciencia, no tengo hábito’. Usted puede leer hasta cuando se hace el nudo de la corbata, siempre hay tiempo para aprender, mejorar la ortografía, viajar, conocer otras latitudes, otras personas, paisajes, animales, circunstancias. Quien sabe leer y no lee tiene una historia triste que contar.

¿Por qué ir por la vida sin conocer a Cervantes o a Mark Twain; a Homero o a Hemingway; a Quiroga o a Borges; a Mario Puzo o a García Márquez?

No poder -o no querer- acudir a la Biblia en los momentos más apremiantes, o a un diccionario para aprender, es sencillamente triste. No tiene que acudir a un libro... la puede tener en el teléfono, en la tableta.

Es peor aún perder la oportunidad de enseñarle a su hijo a amar la lectura, cuando puede motivarlo a leer, a conocer.

Léale a su hijo en voz alta e invítelo a que él también lo haga; tenga siempre cerca un periódico, una revista, un folleto o un pequeño libro de texto. Permita que su niño escoja los ejemplares que desea usted le lea. Dígale que tener el hábito de la lectura es como poseer un tesoro.

La placa que entregaron el miércoles al personal de la Eileen B. Brookman es el justo reconocimiento a la entrega y esfuerzo de los maestros, de los niños y sus padres, pero el mejor premio aún está por llegar, es más, llegará con el tiempo. 

“El niño ha de trabajar, de andar, de estudiar, de ser fuerte, de ser hermoso: el niño puede hacerse hermoso aunque sea feo; un niño bueno, inteligente y aseado es siempre hermoso”, escribió José Martí en ‘La Edad de Oro’, sin dudas un libro imprescindible para los menores.

Para motivar a los niños a leer siempre habrá tela por donde cortar, como excusas ‘inventarán’ algunos que prefieren mantenerse lejos de todo lo que puede enseñar un libro. 

Conjugar la educación en el hogar con las enseñanzas de la escuela, de los libros, de los eventos culturales y deportivos es como regar, atender bien a una semillita que se desea crezca, se desarrolle, de sombra y frutos. 

 

Leer es aprender, conocer, viajar sin moverse de casa.

 

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