Editorial: Las montañas, un tesoro para cuidar

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Están ahí, por lo general tranquilas, con más edad que los padres y los abuelos, con una historia inmensa que contar. La Organización de Naciones Unidas, consciente de la importancia de las montañas, declaró el 2002 ‘Año Internacional de las Montañas’.

Desde el 11 de diciembre del 2003 se celebra el ‘Día Internacional de la Montaña’. Es una excelente manera de reconocer la importancia de esas elevaciones.

Las montañas, precisan los expertos, albergan el 15% de la población mundial y alrededor de la mitad  de la diversidad biológica del mundo. Suministran agua dulce a un número considerable de los humanos. Su conservación resulta clave. En ellas viven casi mil millones de personas.

Sin embargo, lamentablemente se encuentran fuertemente amenazadas por el llamado cambio climático y la sobreexplotación; a medida que los glaciares de montaña se derriten, afirman los estudiosos, los habitantes de las alturas -por lo general entre los más pobres del mundo— afrontan mayores dificultades para sobrevivir a causa de los desastres naturales.

A ello hay que agregar el hecho de que dicho derretimiento (a una velocidad sin precedentes) amenaza el suministro de agua dulce de millones de personas.

Incuestionablemente el problema es cosa de todos. Es preciso reducir la huella de carbono, evitar la degradación de los suelos, y cuidar este tesoro natural que es la montaña.

Fue el creciente interés sobre la importancia de las montañas lo que llevó a la Asamblea General a declarar el 002 como ‘Año Internacional de las Montañas’, es también, por supuesto, un llamado a la conciencia del hombre para salvaguardar el tesoro.

La ONU fue más allá y denominó este año -como lema- ‘Las mujeres mueven montañas’, justo reconocimiento al desempeño de las mujeres que en todas partes hacen por salvaguardar las montañas, contribuir a su sostenibilidad.

No se descubre el hilo negro al afirmar que las montañas son una fuente de recursos vitales, aparte del agua, proveen minerales, recursos forestales, agrícolas. 

La pregunta capital es que hacer para protegerlas, cómo salvaguardarlas. Lo elemental es no dejar residuos tirados en sus alrededores, latas, botellas de cristal, colillas de cigarros, latas, todo ello propicia o facilita el deterioro del ecosistema. Ni hablar de los daños que causan los fuegos.

En Nevada hay varias montañas, se pueden visitar, tomar fotos, disfrutar del aire puro, pero es indispensable hacer derroche de responsabilidad, cuidar, recoger todo lo que se lleve, es una manera de contribuir a la ‘salud’ de las montañas, a su sostenibilidad. Es menester cuidar para las presentes y futuras generaciones.

Entre las hermosas montañas de Nevada se pueden citar el Monte Charleston, a menos de una hora de Las Vegas, excelente para disfrutar en familia -y cuidar-, Frenchman Mountain, y Calico Hills. Muchos las visitan, esperan encontrarse con pequeños animales, y aguardan la puesta de sol para tomar excelentes fotografías. Las montañas están ahí. CUIDELAS.

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